Mi encuentro con Kimiko.

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Capítulo 1: La grieta en la normalidad.

Salí del salón después de lo que parecía ser el examen más largo de mi vida. Miré el reloj: casi la medianoche. Las calles estaban desiertas, apenas iluminadas por las farolas y algún que otro auto pasando a lo lejos. Todo parecía tranquilo, pero yo me sentía igual de vacío que siempre. "Esto es mi vida", pensé, sin poder evitar ese suspiro que llevo reprimiendo por días. Una rutina monótona y aburrida, como si todo el mundo se moviera a un ritmo que no quería seguir.

Emily... ella era lo único bueno. Mi amiga desde el jardín de niños siempre lograba que las cosas fueran más soportables. -"Si no fuera por ella..." -ni siquiera quise terminar la frase. Me sumergí en mis pensamientos mientras caminaba por la acera desierta.

De repente, un resplandor en el aire. No, más que un resplandor... algo parecido a una grieta, una fractura en el tejido de la realidad misma, apareció justo delante de mí. Me detuve en seco, mis pies casi tropezando con el borde de la grieta antes de retroceder.

-¿Qué...? -fue lo único que logré decir.

De esa grieta salió una figura. Era una chica, pero no como cualquiera que hubiera visto antes. Orejas puntiagudas... ¿y cinco colas? Eso no tenía ningún sentido. Mi cerebro tardaba en procesar lo que estaba viendo.

-¡Tú! -me gritó, su voz era firme y autoritaria -¿En dónde estoy?

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-¡Tú! -me gritó, su voz era firme y autoritaria -¿En dónde estoy?

-Eh, en una ciudad en medio de la noche -Si, sé que esa fue una contestación muy estúpida, pero mi cerebro carburaba lento por la impresión en ese momento.

La chica Kitsune miró a su alrededor totalmente alerta, sus ojos rosas brillaban como auténticas luces neón mientras su expresión se frustraba al no conocer el lugar. -Estoy al descubierto... Llévame a un lugar seguro, ¡ahora!

Antes de que pudiera reaccionar, un auto pasó a lo lejos y el sonido del claxon resonó por la calle. La chica Kitsune se tensó de inmediato. Sus ojos se agrandaron con una mezcla de furia y miedo, y antes de que pudiera reaccionar, sacó un arma... algo parecido a una semiautomática, pero mucho más sofisticada y la apuntó en dirección de aquel coche.

-¡Oye, oye! ¡Es solo un coche! -dije, levantando las manos en señal de paz -No va a hacerte nada.

Ella no me escuchó. Sus ojos seguían fijos en la dirección del auto, como si estuviera esperando que algo o alguien apareciera de entre las sombras.

-¿Quien eres? ¿Cómo te llamas? -pregunté intentando desviar su atención de aquel vehículo a quién seguía apuntando de forma amenazante.

Kimiko Cinco ColasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora