Viaje al supermercado.

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Capítulo 16: Marcado por Kimiko.

Desperté con una sensación extraña, pero no desagradable. Algo cálido y suave me envolvía, y mi mente tardó unos segundos en darse cuenta de qué se trataba. Abrí los ojos lentamente y me encontré con Kimiko, dormida plácidamente sobre mí. Su cuerpo desnudo estaba pegado al mío, y su pelaje aterciopelado me proporcionaba una calidez reconfortante. Por un momento, me quedé quieto, disfrutando de esa sensación. Nunca había experimentado algo así antes.

Mientras intentaba ordenar mis pensamientos, Kimiko comenzó a moverse ligeramente, y unos segundos después, abrió los ojos

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Mientras intentaba ordenar mis pensamientos, Kimiko comenzó a moverse ligeramente, y unos segundos después, abrió los ojos. Nos miramos en silencio, y por un instante, pensé que la tensión de anoche podría haber desaparecido. Pero, siendo Kimiko, no duró mucho.

-Este sofá es incómodo para dormir. -dijo sin rodeos.

Sonreí, aunque su comentario me recordó que yo había estado durmiendo en ese sofá incómodo durante días.

-Estoy de acuerdo. -respondí, estirando un poco los brazos, intentando ignorar el leve dolor en mi espalda. -Aunque debo admitir que anoche fue la mejor noche que he tenido en este sofá.

Kimiko se sonrojó, y aunque intentó disimular, sus orejas se movieron ligeramente, traicionando su nerviosismo. Sin embargo, en lugar de admitirlo, optó por su típico tono mandón.

-Trae algo de comida. Tengo hambre.

Me reí un poco. -Podría hacerlo, pero primero necesito darme un baño.

Kimiko, en un rápido movimiento, se sentó encima de mí, mirándome fijamente con esos ojos brillantes que siempre lograban intimidarme un poco.

-No te atrevas. -dijo con un tono casi amenazante. -Quiero que te quedes con mi aroma un poco más. Es mi marca, y no pienso dejar que te la quites tan pronto.

La miré, sorprendido por su reacción. -¿En serio, Kimiko? Solo es un baño.

-No, nada de baño. Ya te lo dije, eres mío, y te marqué como tal. Ahora ve por la comida -ordenó con ese tono altanero que tanto la caracterizaba.

Suspiré y me rendí, sabiendo que no tenía sentido discutir con ella. Me levanté cuidadosamente, tratando de no hacer que la situación se volviera más incómoda. Mi ropa interior estaba tirada en el suelo, así que la recogí y me la puse antes de dirigirme a la cocina.

Abrí la nevera, con la esperanza de encontrar algo que pudiera servirnos de desayuno, pero solo me encontré con un triste vacío. Casi podía escuchar a mi estómago quejarse.

Kimiko Cinco ColasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora