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–¿Emma, no tienes alguna otra cosa que hacer aparte de tocarme las narices?-cuestinó frunciendo el entrecejo y luciendo bastante incómoda con la presencia de la mencionada mientras que la peliverde parecía muy conforme y satisfecha con su reacción.

–No, es muy divertido molestar a una arrimada como tú que no puede darle las quejas a su mamita-el tono burlón que utilizó logró molestarme como nunca nada lo había hecho y juro que nunca he sido partidaria de la violencia sin embargo la prepotencia de nuestra contraria provocó que hirviera hasta la última gota de mi sangre, iba a intervenir con toda la energía y rabia posible cuando sentí la mano de Rosé apretarse en mi muñeca para que no me moviera–aunque lo que realmente me sorprende es que ahora te guste joder niñitas, creí que preferías la experiencia por sobre todas las cosas-volvió a pinchar observando la unión de su mano a la mía, no entendía de que estaban hablando ¿menores, experiencia, gustar? Lo único que sé por la forma en que me mira es que tengo algo que ver con la discusión.

–Lo que tú creas o dejes de creer no es mi maldito problema-masculló la castaña acercándose a la mayor con un aire siniestro y pesado que si no la conociera estaría huyendo en este instante–ya te lo advertí una vez, te vuelves a meter en mi vida y hay una gran posibilidad de que no te vuelvas a despertar-le guiñó el ojo limpiándole una pelusa imaginaria de la blusa, esta asintió encogiéndose de hombros con una enorme sonrisa burlona «Nos vemos en la noche Chaeyoung, diviértete mientras puedas» la mayor le lanzó un beso al aire, aunque eso parecía más una amenaza que una despedida.

–¿Quién era ella? Parecían muy cercanas-comenté mientras retomábamos la caminata hacia el lado más apartado del parque, tal vez dos o tres personas eran lo único que habían «Para mi desgracia vivo con ella y su familia» contestó ocupando una de las bancas libres y yo me senté a su lado respetando su espacio personal–¿Por qué?¿Tus padres dónde están?-le pregunté abriendo un paquete de dulces antes de pasarle uno a Rosé, pero lo rechazó.

–Mi madre se fue, mi padre murió y luego me obligaron a mudarme con personas que ni me quieren ni me soportan-respondió con una tranquilidad que me erizó la piel «Lo siento mucho» me lamenté apretando levemente su mano por escasos segundos antes de que la retirara como si se le hubiera acercaso un fierro ardiente–Tranquila que ni yo lo siento tanto, ahora vivo con mis tíos que no son más que sanguijuelas, solo me aceptaron en su casa porque papá tenía un seguro de vida y me dejó como beneficiaria-un malestar se instaló en mi estómago y pecho al escucharla hablar de forma tan amargada respecto a su vida, aunque siendo sincera tampoco tiene mucho por lo que sonreír–ellos únicamente me ven como una chequera de banco de la que pueden obtener todo el dinero que quieran, al menos hasta que cumpla la mayoría de edad y los mande a la mierda-gruñó arrancándome el postre de la mano y dándole una mordida con los orbes cristalizados.

–Está bien estar triste considerando por todo lo que has pasado-la intenté consolar sin saber realmente que decirle una chica como ella que luce tan segura y distante des resto del mundo y los sentimientos «No lo estoy, para estar triste primero necesito tener un corazón y yo de eso no tengo» se negó dejándose caer contra el respaldo del asiento, me giré en su dirección subiendo una de mis piernas en la banca observando detenidamente sus delicadas facciones teñidas de ese toque melancólico que siempre la acompaña.

–Si no tuvieras corazón no estarías llorando conmigo-sonreí llevando los dedos a su cabello para acariciarlo los pocos segundos que me lo permitió; es como si tuviera un límite de tiempo para el contacto personal «Pues que no se te haga costumbre porque no volverá a ocurrir» centenció sacándose las lágrimas con algo parecido a la rabia e incorporándose nuevamente–Eso espero, no me gusta verte llorar, sin embargo si algún día sientes la necesidad de volver a desahogarte aquí estoy-le confesé dispuesta a escuchar lo que sea que tuviera para contarme, soy capaz de oír la misma historia miles de veces sin protestar con tal de pasar tiempo con ella.

–¿Y tú? Imagino que sí vives con tus padres, luces como una chica que tendría una familia tradicional-reí ante su insinuación tan lejos de la realidad ¿cómo tendría que verse una chica de familia tradicional?

–Conservadora sí, tradicional no-le corregí–ellos se separaron cuando era pequeña y ahora cada quien tiene su matrimonio por separado-conté abriendo otro de los postres y volviéndole a ofrecer uno, pero esta vez sí lo aceptó–BamBam es hijo de mamá y Somi de papá, tienen prácticamente la misma edad y son muy amigos-dije recordando todos los encuentros de esos dos en las reuniones familiares, sus travesuras, sus risas y sus pequeños robos de chocolate cuando creen que no los vemos.

–¿Qué te parece si los llevamos mañana al parque? He escuchado que hay una nueva feria en la ciudad cerca de ahí y podríamos pasarnos también-ofreció dejándome sin palabras, la miré el suficiente tiempo como para lucir como una acosadora antes de conseguir reaccionar «¿Qué dices?» balbuceé–Querías que conociera a la niña y seguro que Bam contento por volverme a ver-contestó rodando los ojos con las mismas pocas ganas que le tiene a la vida y aún así es la propuesta más tierna que me han hecho.

–Sí, sí, por supuesto que queremos ir-acepté conteniendo mis emociones lo más posible porque si por mí fuera me lanzaría a abrazarla en este instante–además mi niño no ha parado de hablar de ti desde aquel día, creo que eres su amor platónico-y eso que solo tuvo el placer de encontrarse con Rosie una vez, ¿qué me espera a mí que en solo unos días me he encariñado lo suficiente como para que hasta su mal humor me parezca adorable?

El frío quema (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora