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La noche fue en extremo extraña, mi salida se retrasó por estar rememorando cada una de las palabras de la castaña aquella tarde cuando por primera no me sentí asqueada o incómoda con la presencia de alguien; al llegar al club, para colmo, no me llamó la atención ninguna de las chicas y eso que habíamos tonteado en ocasiones anteriores, ni siquiera Joy con la que ya tenía una "historia" consiguió sacarme ese voto de castidad impuesto por mi cerebro por no sé que razón; lo peor fue que por primera vez, quizás por la situación, bebí más de lo que pude tolerar y empecé a hablar sobre una muchacha irritántemente insoportable, que hablaba hasta por los codos y más insistente que un vendedor de seguros. La bartender envió varios audios a mi celular con la plática donde insistía en saber quien era la chica que me descontrolaba de esa forma, sin embargo y por suerte nunca lo revelé, aunque yo sé muy bien a quien me refería apesar de no haber mencionado su nombre.

Repasé por enésima vez la entrada de la preparatoria desde mi usual lugar apartado de la multitud de adolescentes desagradables e incómoda y falsamente felices, moví la pierna con impaciencio volviendo a mirar la hora en mi reloj, faltaban apenas un par de minutos para que sonara la campana y aún no aparecía. Un repentino tirón llevó mi atención nuevamente a las rejas y justo cuando la vi y sus ojos conectaron con los míos por brevísimos segundos desvié la mirada luciendo desinteresada, al menos había llegado sin contratiempos.

–¡Hola Rosie!-fruncí el ceño ante el apodo pero preferí no decir nada al respecto, me volteé lo más lento posible encontrándome con la sonrisa más brillante y sincera capaz de imaginar «Vaya, ya llegaste» pronuncié casi sin interés, su presencia a mi lado fue tan evidente como el sol de medio día en pleno verano, sin embargo no le daría el placer de notar la manera en la que me ha afectado su presencia en mi vida–No intentes disimular, te vi viéndome-se burló encogiéndose de hombros–pero no voy a insistir en el tema-prometió mientras tiraba de mí una vez que el timbre sonó anunciando el inicio de la jornada escolar.

–Te vi ayer con la nueva, y esta mañana también-me reclamó Amber ocupando su lugar en la mesa, puse los ojos en blanco terminando de sacar mis libros y lápices para cuando comenzara la claae «Ajá ¿y?¿A ti que te importa con quién ando o con quién no?» le contesté recostándome a la pared–¡Claro que me importa! Tú... yo... nosotras... -balbuceó acabando con mi escasa paciencia, siempre supe que esta chica tenía algo raro, su obsesión por estar cerca de mí apesar de que le dejé en claro una y mil veces que no la soportaba no es sana, y suficiente tengo con la familia de parásitos como para aguantar a otro más sin tener por qué.

–No existe ningún nosotras, nunca lo ha hecho y es mejor que no te vuelvas a acercar a mí-sanjé guardando todas mis cosas de regreso a la mochila y moviéndome al otro extremo del salón dejándola con la suficiente estupefacción para que no me siguiera.

Para mi mala suerte Manoban estuvo ocupada en los dos recreos con sus amiguitos y no la culpo, Lisa tiene esa personalidad que te envuelve hasta el punto de querer estar cerca todo el tiempo, un brillo especial que hace que voltees en su dirección nada más atravezar la puerta, ella es como un imán atrayendo las miradas, incluso las mías.

–Rosé ¿te parece si nos reunimos en el parque cerca de aquí?-la castaña me abordó en los últimos minutos del almuerzo mientras se sentaba llevando las rodillas a su pecho «No» negué recordando todos los mandados que tengo pendiente en la casa, las tareas que me dejaron los profesores y las que seguramente tiene mi prima, la comida que tengo que cocinar, casa que limpiar y habitación que acomodar, lo que menos tengo son ganas y energías para seguir complicándome el día y acortándome las horas disponibles–Entiendo que no quieres que te hable en el salón, pero fuera de la preparatoria está bien ¿cierto? Somos... ¡no tengo ni la más mínima idea de lo que somos mas hay algo!-chilló con un puchero cada vez más grande y sus enormes ojos brillando por las lágrimas–Hablamos, o más bien yo hablo y tú te mantienes con esa cara de me importan tres kilos de excremento lo que piense la gente y nos entendemos, o al menos creía que era así-su expresión de tristeza logró hacerme rodar los ojos y maldecir un millón de veces.

–Vale, iremos a ese parque solo si prometes mantenerte aunque sea veinte minutos en silencio-le pedí, casi supliqué para que aceptara la condición, está perfecta su compañía sin embargo su parloteo durante horas cuando estoy acostumbrada al silencio de compartir casa con personas que ni me toleran es agobiante.

Luego de que la convenciera recogimos nuestras mochilas bajo la atenta mirada de Amber, como estuve todo el día desde que la mandé a la mierda, y caminamos al parque donde nos vimos por primera vez, o más bien donde el pequeño BamBam me abordó; aunque antes de llegar por insistencia de Lisa pasamos por una heladería donde tuvimos que comprar dos potes mixtos para llevar, pues según ella no se puede ir a un lugar así sin llevar helado para comer.

–Uy, Rosie, ¿ahora también juegas con las niñas?-cerré los ojos al escuchar su irritante voz a nuestras espaldas, reapiré lo más profundo posible tratando de ahogarme con el oxígeno si fuera posible–creí que solo te divertías con mayores-insistió obligandome a voltear en su dirección con una curiosa Lisa mirando de una a otra buscando alguna explicación sobre los comentarios y yo, yo solo quiero que la tierra me trague y me escupa en otro continente.

El frío quema (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora