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La absoluta tristeza hace difíciles muchas cosas, pero hace tan fáciles otras y cruzar la línea se vuelve sencillo. No ví lo mal que estaba todo hasta que tuve mi muerte lista, hasta que entendí porque las personas deciden quitarse la vida.

Mi carta de suicidio explicaba todas mis razones, era bastante corta y concisa, sin rodeos y despedidas inútiles, solo una respuesta y una broma mala para que el forense se divierta un poco.

Ahora cuando estoy sentada en el césped junto a ellos me pregunto si alguna vez podrán imaginarse de todo lo que me salvaron sin darse cuenta, con sus abrazos y toda la nada que me dieron sin pedirlo.

Es fácil perderse entre dolor y el vacío pero también lo es hacerlo entre las risas sin sentido y los chistes mal contados de siempre, allí en ese espacio tranquilo bajo las nubes dónde no tengo que fingir para ser alguien.

Perdí todo en un instante porque mi todo era poco, me aferré a un solo pilar cuando habían demasiados y casi morí en el camino. Estoy a salvo de caer ahora, si uno se quiebra me quedan muchos y mientras uno cae construyo otro.

Mi vals con la muerte concluyó sin un velorio está vez, son solo recuerdos de fantasmas sonrientes con montones de lágrimas, no ves la miseria en la que estás hasta que sales de ella.

Ya no es una carta de suicidio, ahora es una de agradecimiento, por todo lo que tuve que perder para ganar lo que ahora tengo, porque ahora se que volvería a perder mil veces aquello sin valor para poder cargar con lo que brilla en verdad.




26/08/2024

LetrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora