Dicen que amar a un vampiro es para siempre. Que la eternidad es un lujo que dos amantes pueden darse. Prometerse estar juntos toda una vida. Pero es solo una fantasía que no se hace realidad. No cuando dos personas, están destinadas fracaso.
Addis...
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La ira de una mujer es diferente a la de un hombre. Nosotras no actuamos por instinto o por impulso. Solemos calcular nuestra venganza, cosas a nuestro favor. Somos más crueles, más viles. Imaginamos cada segundo y cada momento en hacerlos pagar. Y es por eso, que la mujer, siempre lleva la ventaja.
Esta mañana me levanté con ánimo de coach de vida. Con Stefan y su humanidad apagada, no deja tanto que desear. Tocó la operación "destripador." Así solíamos llamarlo, como sea; haré lo que necesario para recuperarlo, sólo espero no perderme en el proceso.
Ya lo hice una vez, en la década del jazz y la elegancia, los 20s, y fue su peor año. Sacó ese lado malévolo que tiene muy escondido.
— Tienes esa expresión malévola en el rostro.— me dijo Damon apenas salí de mi habitación
— Me acabas de ver.— señalé incrédula y sonrió
— La edad te está alcanzando, tienes las líneas de expresión en las entre cejas.— le di un empujón y se río — Digo la verdad, hermanita.
— No eres gracioso.— añadí mientras iba por el pasillo
— Sabemos que nuestro hermano está en la cuerda floja, y te conozco, Addison, eres la salvadora de los malditos.— explicó y suspiré
— No tienes que ser gran dramático.— bajamos las escaleras — Solo, Stefan nos necesita. ¿Y que hacen las familias? Apoyarse...— me pausé perpleja al ver el pequeño acto matutino
Había cuerpos tirados desde donde bajé, hasta lo que parecía la sala. Todos muertos.
El tenía varias chicas jugando a lo que parece un twister sangriento. Era enfermizo y realmente me daban ganas de vomitar.
Ya había visto esta faceta de mi hermano en los 20s, y no me gustaba me lo absoluto. Es su peor versión y conozco cuánto le duele.
— Esto no debe ser real.— solté impresionada — Debo estar soñando, no puede pasar de nuevo.
Parece que el giraba la ruleta y debía beber de la parte que había tocado. Algo sádico.
— Alexandra, mano izquierda, por favor.— pide Stefan y la chica se le acerca, el muerde su muñeca
— Oye, las morenas de la escalera me deben un tapete.— se quejó Damon y abrí la boca de asombro
— ¿Eso es lo que te importa? — refiero furiosa — Nuestro hermano es un psicópata.— le apunté
— Dirás, nos deben un tapete. También es mi casa, hermano.— lo corrigió — Y siempre he sido esta persona, Addie. Ya me habías visto.— suspiré
— Si, pero esperaba que esta vez no fueras un sádico sangriento.— aclaré entre dientes
— ¿Quieres intentarlo? — le pregunta a Damon y me cubrí el rostro decepcionada
