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Dudley observó a Brandy trabajar en el huerto. Los rayos del sol iluminaban su cabello pelirrojo, dándole un resplandor cálido. Mientras la veía, no podía evitar sentirse en conflicto. Parte de él se sentía agradecido por haber sido rescatado, pero la otra parte se mantenía en alerta. Apenas la conocía.

Brandy regresó al interior de la casa, sacudiéndose la tierra de las manos y lanzando una mirada rápida a Dudley, quien seguía recostado en la cama.

—¿Cómo te sientes? —preguntó con voz tranquila mientras dejaba una pequeña canasta sobre la mesa.

Dudley la miró un instante, sus ojos azules fijos en los de ella.

—He tenido días mejores —respondió, dejando escapar un suspiro—. Gracias por... todo esto. —Sus palabras sonaron tensas, como si le costara admitir la necesidad de ayuda.

Brandy asintió, aunque parecía algo incómoda.

—No fue nada —respondió con sencillez, sentándose en una silla al otro lado de la habitación. Dudley notó que había cierta distancia en su actitud, como si intentara no inmiscuirse demasiado en su situación—. Nadie merece estar en ese estado.

—¿Por qué lo hiciste entonces? —preguntó Dudley, sus ojos estudiándola—. No me conoces.

Brandy alzó una ceja, cruzando los brazos.

—Quizás precisamente por eso —contestó, su tono algo más frío—. A veces, ayudar a un desconocido es más fácil. No tengo expectativas sobre ti ni tú sobre mí.

Dudley la observó en silencio. La franqueza en su respuesta lo tomó por sorpresa. No parecía querer ganarse su simpatía, lo cual lo hacía sentir menos receloso, aunque seguía manteniendo su guardia alta.

—No esperes que confíe en ti —dijo finalmente, su voz baja y cargada de advertencia—. Apenas sé quién eres, y este no es un mundo en el que se pueda confiar ciegamente en la gente.

Brandy lo miró, sin inmutarse por su tono.

—No espero que confíes en mí —respondió—. Y tampoco espero formar parte de lo que sea que estés planeando. Solo estoy tratando de ayudarte a ponerte de pie, para que puedas ir a donde necesites.

Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Dudley se inclinó hacia atrás, recostándose en la cama mientras apretaba las varitas que había logrado quitarles a sus captores. Brandy observó el gesto, pero no dijo nada. Parecía evidente que cada uno tenía sus propios problemas, y que su tiempo juntos sería temporal.

—¿Y qué harás tú cuando me vaya? —preguntó Dudley de repente, girando la mirada hacia ella.

Brandy le sostuvo la mirada con un semblante serio.

—Seguiré con mi vida, como siempre. No estoy en esta guerra, ni de un lado ni del otro. Solo quiero vivir en paz. —Dudley asintió lentamente, ese fue su plan también, hasta que la guerra lo había atrapado sin darle opción de evitarla

—Debes tener un plan para cuando te vayas de aquí —agregó Brandy

Dudley la miró, manteniendo una expresión impenetrable.

—Lo sé. —dijo con firmeza—. Esta guerra me ha metido en su maldito juego, y no tengo más remedio que seguir jugando.

Brandy se puso de pie, mostrando un atisbo de preocupación en su mirada.

—Bueno, antes de eso, necesitas descansar. Aún no estás recuperado. La carta a tu madre ya está en camino, pero no puedes marcharte en el estado en el que estás.

Dudley soltó un gruñido, pero asintió. Sabía que tenía razón. Por mucho que deseara levantarse y marcharse, su cuerpo aún no estaba listo.

 Por mucho que deseara levantarse y marcharse, su cuerpo aún no estaba listo

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Habían pasado un par de días antes de que Dudley se recuperará en un 70% de sus heridas, estuvo enviando y recibiendo cartas de Petunia y había enviado algunas a Frederick.

Brandy lo llevaría al pueblo muggle más cercano y de ahí contactaría con Frederick para que lo recoja.

Miro a la pelirroja que preparaba una ensalada de frutas, había notado que ella comía muy sano, así que era raro que tuviera ese peso, aunque tampoco se veía mal.

Negó con una sonrisa al estar pensando en eso teniendo en cuenta la situación en la que estaba.

—¿Qué?— pregunto Brandy sonrojándose de vergüenza pensando que se estaba burlando.

A pesar de su sonrojo su seño estaba fruncido, ya vivió una vida llena de bullying, no iba a tolerarlo también en esta.

—¿A qué hora nos vamos?— pregunto ignorando la expresión de la más bajita

—Sobre eso... Yo...— respiro unos segundos antes de continuar hablando — me Preguntaba si podría ir contigo, quiero comprar unas cosas que no venden en el pueblo.— Dudley asintió sin ver el problema.

Tardaron unas cinco horas en llegar a casa de Dudley.

Alma de Narco |Harry Potter UniverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora