Era tarde por la noche cuando Leon se despertó con el sonido de un gemido femenino que provenía del baño seguido de un chorro de líquido que caía sobre el piso de baldosas. Leon sabía muy bien qué era ese sonido. T/n acababa de romper aguas y no podría haber estado más emocionado.
Había estado esperando este momento durante nueve meses. La oportunidad de ver finalmente a su hija venir al mundo. Quería ser padre más que nada y tenía toda la intención de ser el mejor papá del mundo. El momento de tener a su pequeña niña en brazos lo hizo sentir mareado por dentro y casi lo hizo llorar cada vez que pensaba en ello, lo cual sucedía a menudo.
Salió rápidamente de sus pensamientos felices y se levantó de la cama. Se puso la camisa y sacó sus botas militares del armario. Se las puso a toda prisa y ató los cordones antes de sacar la bolsa de bebé que había preparado con antelación para asegurarse de tener todo en orden para el nacimiento de su hija. ¿Qué marido y padre sería si no estuviera preparado?
-¡T/n! ¡Ya voy! -gritó, se puso la correa del bolso sobre el hombro y corrió al baño. Allí vio a T/n en camisón, con la mano apoyada sobre su vientre embarazado y las rodillas un poco temblorosas cuando la vio respirar profundamente unas cuantas veces. Sobre todo, notó el líquido que se acumulaba bajo sus pies.
En realidad no pensó mucho, ya que sus instintos protectores entraron en acción. Necesitaba llevar a su esposa al auto y rápido.
-Te tengo, cariño... -Murmuró mientras la acercaba a su pecho y envolvía su brazo alrededor de su cintura y enganchaba el otro debajo de sus rodillas. Se apresuró a cargarla en sus brazos al estilo nupcial mientras comenzaba a salir del baño con cuidado para no golpear accidentalmente a T/n contra algo.
-¡Me duele...! -Exclamó
-Shhh, shh. Te llevaré al hospital. Todo va a estar bien... -susurra, abrazándola contra su pecho. Podía sentir su corazón latiendo rápidamente en su pecho. Era una mezcla de emoción y miedo. Estaba definitivamente feliz de que finalmente tuvieran la esperanza de tener a su pequeña niña, pero al mismo tiempo estaba un poco aterrorizado de que algo pudiera pasarle a T/n y a su bebé nonato.
Leon bajó las escaleras con cuidado, su respiración entrecortada y su mente enfocada en una sola cosa: mantener a T/n a salvo. Ella, con el rostro pálido pero lleno de determinación, se aferró a su cuello mientras él la sostenía firmemente. No quería mostrarle cuánto temblaban sus manos, cuán asustado estaba en realidad, pero su prioridad era asegurarle que todo estaba bajo control.
Llegaron al pie de las escaleras, y él se dirigió rápidamente hacia la puerta principal. Los ladridos lejanos de perros callejeros y el viento frío de la noche no hicieron más que añadir un aire de urgencia al momento. Leon abrió la puerta con un empujón y se dirigió hacia el auto aparcado en la entrada. Con destreza, abrió la puerta del pasajero y, con cuidado, bajó a T/n en el asiento, colocándola de manera que estuviera lo más cómoda posible.
-Aguanta, amor, ya casi estamos ahí -le dijo, su voz tensa pero calmada, mientras abrochaba el cinturón de seguridad alrededor de ella. Podía ver el dolor en sus ojos, pero también la fuerza que ella proyectaba, tratando de mantenerse en calma. Eso le dio una oleada de coraje. Leon cerró la puerta y corrió hacia el asiento del conductor, encendiendo el motor con un giro rápido de la llave.
El auto rugió a la vida, y Leon aceleró hacia la carretera vacía de medianoche, sus ojos mirando constantemente a T/n. Podía escuchar sus respiraciones profundas y los ocasionales jadeos de dolor, y su corazón latía tan rápido que sentía que podría explotar. Sabía que cada minuto contaba. Estaba acostumbrado a la presión, pero esta vez no era por su vida, sino por las de ellas.
-Recuerda respirar, cariño. Lo estás haciendo increíble -dijo, manteniendo su voz firme para tranquilizarla. T/n asintió, cerrando los ojos un momento mientras exhalaba, tratando de enfocarse en las palabras de Leon en lugar del creciente dolor.
