(recomiendo leer el capítulo 5 para más entendimiento)
Leon se recostó en el sofá, cubriéndose con la manta. El calor de la chimenea y el cansancio lo arrastraron poco a poco al sueño, pero no podía dejar de pensar en lo que había escuchado. La imagen de T/n, llorando en silencio, aferrada a una foto de su boda, era algo que no podía borrar de su mente.
Cerca de las tres de la madrugada, el sonido de la madera crepitando fue interrumpido por los pasos de T/n. Al bajar las escaleras, no esperaba encontrarse con Leon, dormido en el sofá, con el ceño fruncido incluso en sueños. Se cruzó de brazos, observándolo en silencio durante unos segundos.
-¿Qué haces aquí...? -susurró, aunque ya intuía la respuesta.
Leon se movió ligeramente, despertándose. La vio de pie, a contraluz, con una bata de dormir y el rostro aún marcado por las lágrimas que no había podido borrar del todo.
-No tenía a dónde ir... -admitió él, con la voz áspera.
-No es mi problema. -Intentó sonar firme, pero su tono tembló más de lo que quiso.
Leon se incorporó, dejando la manta a un lado.
-Lo sé. Pero no me iré esta vez.
-¿Qué?
-Te escuché. Y escuché a Alin. -Hizo una pausa, bajando la mirada-. Terminé con Ada.
Los ojos de T/n se abrieron con sorpresa.
-¿Terminaste...?
-Sí. -Leon se puso de pie, acercándose con cautela, como si temiera que ella se alejara-. No puedo cambiar el pasado, pero... quiero intentarlo. Quiero estar aquí para ustedes.
El peso de esas palabras hizo que el corazón de T/n latiera más rápido. Durante años había deseado escuchar algo así, pero el dolor acumulado no le permitía confiar tan fácilmente.
-Leon... -susurró su nombre, pero se detuvo. Las emociones eran demasiadas.
-No espero que me perdones. Pero al menos déjame intentarlo.
La vulnerabilidad en los ojos de Leon la desarmó. Asintió lentamente, aunque sin pronunciar palabra. Leon entendió el mensaje y volvió a recostarse en el sofá, respetando su espacio.
Esa noche, T/n no durmió mucho. Pero, por primera vez en años, sintió que quizá había una pequeña posibilidad de sanar. No por ella, sino por Alin. Y tal vez, solo tal vez... también por ella misma.
(•••)
El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas del salón cuando Leon abrió los ojos. El calor de la chimenea ya se había apagado y la manta apenas lograba mantenerlo tibio. Se sentó lentamente, frotándose el rostro con ambas manos mientras el peso de la noche anterior volvía a caer sobre él.
Desde la cocina llegaba el suave aroma a café. Leon se puso de pie y se acercó con cautela, encontrándose con T/n, de espaldas a él, sirviendo una taza.
-Buenos días... -saludó con voz baja, inseguro de cómo sería recibido.
T/n no respondió de inmediato. Se limitó a dejar la taza sobre la mesa, junto a un plato con tostadas.
-Alin sigue dormida -dijo finalmente, sin mirarlo-. Me pidió que te dejara algo para desayunar.
Leon asintió, sintiéndose torpe, como si estuviera pisando suelo desconocido.
-Gracias...
Tomó asiento y comenzó a comer en silencio, mientras T/n se apoyaba contra la encimera, con los brazos cruzados, observando el suelo como si estuviera sumida en sus pensamientos.
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