Familia [Parte 2]

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La habitación estaba sumida en una penumbra suave, apenas iluminada por la luz tenue que se filtraba a través de las cortinas pesadas. Alastor se despertó con un sobresalto, su mente nublada por el sueño y la confusión. El llanto del bebé resonaba en sus oídos, un sonido agudo y persistente que lo sacó de su letargo. Frotándose el rostro con una mano, sintió la suavidad de su piel y la pesadez de sus párpados, como si hubiera estado atrapado en un profundo abismo de sueños.

A su lado, Lucifer se movió, ajustando su brazo alrededor de la cintura de Alastor en un gesto instintivo, como si intentara mantenerlo en su cálido refugio. Alastor rodó los ojos, exasperado pero divertido por la posesividad del demonio. Con un ligero empujón, logró liberarse del abrazo, escuchando la protesta adormilada de Lucifer, un murmullo que se mezclaba con el llanto del pequeño.

“Es mi turno de atender a Dante.” Le dijo Alastor, su voz aún rasposa por el sueño. La molestia en sus palabras era clara, a pesar de la complicidad que siempre había entre ellos. 

Con pasos suaves y cautelosos, se deslizó fuera de la cama. La oscuridad lo envolvía como un manto, pero había aprendido a moverse en ella con la gracia de un depredador. Mientras se acercaba a la cuna, sintió una mezcla de emoción y responsabilidad. Era un papel nuevo para él, uno que nunca había imaginado asumir.

“Ya voy, pequeño.” Murmuró, su voz casi un susurro. Sorprendentemente, al escucharle, los quejidos de Dante comenzaron a atenuarse, como si el bebé reconociera su tono familiar y se sintiera reconfortado por él. Un destello de orgullo iluminó el pecho de Alastor; había algo profundamente satisfactorio en ser capaz de calmar al pequeño con solo palabras.

Finalmente llegó a la cuna, una obra maestra de madera de sequoia, tallada con intrincados diseños que parecían danzar en la penumbra. La madera tenía un brillo sutil, una mezcla de tonos oscuros y cálidos que hablaban de años de cuidado y dedicación. Las esquinas estaban suavemente redondeadas, y el acabado era tan lujoso que parecía casi etéreo.

Alastor se inclinó y levantó a Dante con suavidad, sintiendo el calor del pequeño cuerpo contra su pecho. En ese instante, una oleada de ternura lo invadió. Su corazón latía con fuerza mientras sostenía al bebé; era un sentimiento indescriptible que desafiaba toda lógica demoníaca. La fragilidad de Dante le recordaba lo precioso que era ese nuevo comienzo, una vida llena de posibilidades.

Mirando al pequeño rostro surcado de lágrimas, Alastor sintió una mezcla de protección brotar en su interior. Las pequeñas manitas del bebé se aferraron a su dedo, y esa simple acción hizo que una sonrisa se dibujara en sus labios. Era un momento fugaz, pero eterno al mismo tiempo; el mundo exterior se desvanecía mientras él se sumergía en la pureza de aquel instante.

“No te preocupes, Dante.” Susurró con un tono bajo. “Te convertiré en el demonio más poderoso de este infierno.”

La habitación permanecía en un silencio casi reverente, interrumpido únicamente por el suave murmullo del viento que se colaba entre las rendijas de la ventana. Alastor, con Dante en brazos, se detuvo un momento para observar al pequeño. La expresión del bebé era de total desconcierto, sus ojos grandes y curiosos miraban al demonio con una mezcla de asombro y confusión cuando hablaba. 

“¿No entiendes lo que digo, pequeño?” Preguntó Alastor, dejando escapar una baja risa que resonó en la penumbra. Era un sonido suave, casi melódico, y a la vez lleno de incredulidad. La idea de que un ser tan puro no pudiera comprender sus palabras lo hizo sentir un extraño calor en el pecho. No era común que un demonio se sintiera así, pero Dante tenía una forma especial de desarmarlo.

Con pasos delicados, Alastor comenzó a caminar de regreso a la cama, meciéndose con suavidad mientras el bebé lo miraba con esos ojos que parecían absorber cada detalle del mundo que lo rodeaba. Al llegar a la cama, sintió el abrazo cálido de Lucifer, quien aún estaba sumido en los sueños. Sus brazos se cerraron alrededor de la cintura de Alastor, atrayéndolo hacia él como si fuera un imán.

¡Alastor mom week! -AppleRadio, Omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora