Capítulo 4: Barras vivas

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Estaba inmerso en el mar de sorpresa que me tenía paralizado, congelado ante lo que debería hacer y antes de que pudiera hacer algo uno de los guardias se adelantó, el eco de sus pesuñas resonaba en el desagüe, amplificando la tensión que flotaba en el aire.

El lugar estaba envuelto en oscuridad, con paredes cubiertas de moho y agua estancada que corría perezosamente por un canal central. El aire olía a pólvora quemada y a sangre, con un toque metálico que recordaba al hierro oxidado.

— Está rendida — hablo el guardia rodeando a la alicornio, su voz rebotando por las paredes de piedra viendo detenidamente a la susodicha en estado inconsciente  con una gran confianza.

— Gazer, dale primeros auxilios, la necesitamos viva — ordenó el líder del grupo, su tono firme cortando el silencio del desagüe.

El líder se paró por un momento, escudriñando el entorno, como si esperara algún peligro oculto entre las sombras, lo único que encontró, fue el  sonido del goteo constante del agua que caía de alguna grieta invisible en el techo.

— Sí, señor — respondió Gazer, ajustando su agarre en el rifle que descansaba en su hombro mientras se acercaba con cautela a Twilight, que yacía inmóvil sobre el suelo frío y húmedo del túnel.

Antes de que Gazer pudiera tocarla, un grito resonó por el túnel, sintiendo mi propia piel como gallina.

— ¡Alto! — fue lo que gritó el líder del grupo de guardias, su voz cargada de desconfianza — Soldado, le recuerdo que está frente a uno de los criminales más buscados del país. Póngale el anillo y las esposas primero a menos que quiera estar en una caja a 4 metros bajo tierra.

El eco del comando reverberó por el túnel, haciendo que el sonido pareciera aún más imperioso.

— Ah... sí, capitán  — murmuró el guardia llamado Gazer nerviosamente, su casco temblando mientras rebuscaba entre sus bolsillos las esposas y el anillo que decían.

Colocando un anillo en el cuerno y esposando sus cascos con extremo cuidado. 

Después de esposar a la moribunda alicornio, comenzó a sacar algunas vendas. Sorprendentemente, de uno de los bolsillos de su traje se desprendió de inmediato un fuerte olor a alcohol. Sin perder tiempo, se apresuró a atender sus heridas con destreza, colocando gasas sobre las lesiones y presionándolas con firmeza para detener el sangrado

A pesar de la gravedad de las heridas de Twilight, pude notar cierto temblor del pony al tratar a la rendida alicornio, como si el tuviera miedo de que ella se abalanzara contra él, claro como si ella fuera capaz de tan si quiera levantarse o mínimamente mantenerse consciente.

Mientras el guardia realizaba su tarea, el líder se apartó del grupo para conversar con uno de los ponis a su lado y  sin que él lo notara, otro pony se le acercaba sigilosamente por detrás.

El pony que se acercó era un pegaso blanco, vestido con el mismo uniforme que los demás, excepto que no llevaba casco. Sin embargo, su rostro, aunque sereno, tenía algo que me inquietaba. 

Siendo ese "algo" que me había recordaba a los primeros días en Ecus.

— Eso no será necesario, capitán — dijo un pegaso de melena blanca mientras se aproximaba con paso firme y constante hacia el pony negro.

El capitán frunció el ceño, girándose para mirar al pegaso que se acercaba. Su siendo uno de desconcierto y de cautela.

— ¿A qué te refieres, soldado? — preguntó el líder, escrutando el rostro del pegaso con sospecha.

— A que no necesitamos llevarla con nosotros, señor — respondió el pegaso con una expresión seria, sus ojos brillando con algo que el capitán no podía descifrar.

MLP fanfic Cuando el Brillo se ApagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora