Esterlina.

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Crees", se rió Toji, "¿que vas a quitarme a mi hijo?"

Suguru temblaba, manteniendo a su hijo detrás de él. Tragó saliva con fuerza y dio un paso atrás. "Lo haré".

Toji estalló en risa, aplaudiendo histéricamente. -¡Un omega, sin pareja y con un hijo! -El alfa dio un pisotón, secándose las lágrimas de los ojos-. ¿Cómo vas a trabajar, eh? Sonrió-. ¿Crees que alguien te respetará? ¿Crees que cualquier Alfa respetable siquiera te mirará?

Suguru se negó a derramar otra lágrima frente a su futuro ex marido. Se lamió el corte que le ardía en el labio. "Nunca me respetaste". Podía oír a su hijo gimotear detrás de él. "Estaré bien, estaremos bien".

Toji resopló: "Largate, volverás".

Suguru negó con la cabeza. -No lo haré. Debería sentirse más seguro, estaba en un juzgado. Pero nada era seguro con ese hombre, ni siquiera en un lugar público. -Cuando firme esos papeles -él es mío- nos iremos.

Toji sonrió maliciosamente: "Adelante, de todos modos probablemente no sea mío. Nunca produciría un alfa tan débil".

-Tiene dos años -gruñó Suguru.

Toji le restó importancia: "No debería tener miedo de todo".

-¡Es mi hijo! -gritó Suguru-. ¡No me importa de qué tenga miedo! -Sintió que Megumi se estremecía detrás de él y apretaba más fuerte su pierna. Suguru respiró profundamente cuando sintió que el aura de Toji cambiaba-. Ya nos has golpeado lo suficiente, ya no seremos tus juguetes para abusar de nosotros. Debería haberte dejado antes.

Toji se cruzó de brazos y dijo: "Volverás".

Suguru se relajó cuando se abrió una puerta y apareció su abogado. "Mientras mi hijo respire, nunca volveré a estar contigo".

-

Suguru hizo pasar a Megumi a su pequeño apartamento, temblando por el frío que los seguía. Suguru dejó su bolso en el suelo antes de quitarse la chaqueta grande. Se agachó, sonriendo a su hijo, quitándose la chaqueta pequeña. -Hace mucho frío, ¿no, Meg?

Megumi asintió y levantó los brazos para que su madre pudiera quitarle la chaqueta con más facilidad. El pequeño alfa se frotó el ojo. "Tener hambre".

-Está bien, precioso. -Suguru colgó sus chaquetas.

El apartamento no tenía nada de especial: un dormitorio y un baño. A Suguru no le importaba, siempre y cuando no entrara el frío ni la lluvia, siempre y cuando Megumi estuviera a salvo.

Suguru tenía un trabajo, no pagaba mucho pero era suficiente para alimentar a Megumi y a él mismo. La manutención que Toji le mandaba había llegado ayer, lo que le había liberado a Suguru de la renta y la factura de la luz del mes. Habían pasado tres meses desde que se había divorciado de él, y suguru había gastado todo el dinero que había ahorrado, pero había valido la pena.

Suguru trabajaba en un pequeño quiosco, vendiendo joyas. Eran muchas horas y, ahora que hacía frío, las horas se le hacían aún más largas. No ayudaba que Megumi tuviera que ir con él, hacía demasiado frío para que se quedara afuera, pero no había mucho que Suguru pudiera hacer. Necesitaba una niñera, pero no podía pagarle como era debido hasta que ahorrara un poco más de dinero.

Megumi era el mejor amigo de Suguru. Tenía tres años y su cumpleaños había sido hacía dos días. Suguru pudo conseguir un pequeño pastel y Megumi pareció disfrutarlo. Suguru y él eran muy similares en sus emociones; ambos se dejaban llevar por sus sentimientos. Megumi no hacía amigos, no lo intentaba. Era un niño nervioso y Suguru sabía por qué, si pudiera, mataría a Toji. Su mayor arrepentimiento fue enamorarse de una linda sonrisa y unos ojos Verdes

A Little Cold Heart (Satosugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora