04

786 121 37
                                    

04. Lagunas

Charles siguió el beso por un momento solo para después separarse del Alfa de forma brusca cuando las manos del mayor buscaban colarse en su ropa.

- No, esto está mal - bramó - no quieras aprovecharte de mi Sainz.

- Charles, Ángel - intento detenerlo.

- No Carlos, tu me enviaste lejos para deshacerte de mi - reclamó con coraje.

- Lo hice por ti - justificó el español.

- Ni siquiera consideraste lo que yo quería, ¿Sabes cuantos problemas tuve con Ollie por eso? Mi hijo nació enfermo porque el lazo no estaba completo, nunca podía hacer amigos porqué su enfermedad se lo impedía, creció sin un padre Carlos, muchas cosas pudieron haber sido mejores si no hubiera sido por ti - exclamó con enojo el monegasco, yéndose de la oficina.

El pelinegro suspiro con desdén, no culpaba al Omega, admitía que había sido un imbecil al haber enviado a Charles a Londres de nuevo con un cachorro a la corta edad de 17 años.

Tomo el teléfono de su escritorio e introdujo un número, nervioso.

Después de unos segundos, una voz se escuchó al otro lado.

- ¿Quién habla?

- Hola desconocido - saludó Sainz.

- ¿Carlos?

- El mismo.

- No esperaba oírte de nuevo ¿Sucedió algo?

- Es Michael.

El contrario suspiro cansado.

- ¿Que hay con el?

- Necesito que vengas.

- ¿Tan grave es?

- Bueno, el destino de mi hijo peligra.

- Mañana a primera hora estoy ahí, dame la dirección.

- Con gusto enviaré escoltas a buscarte, nos vemos mañana.

- Adiós.

Y colgó.

...

Charles entro en su habitación con la impotencia a flor de piel, quería odiar a ese hombre con todas sus fuerzas, sin embargo, algo en el no le permitía odiarlo. Quizá la mirada de idiota que siempre le dirigía, el brillo que se encendía en esos ojos avellanas cada que sus miradas se cruzaban, su aroma tan malditamente embriagador, similar a una droga, que te hace sentirlo para nunca más querer alejarte. O quizás el sofocante y excitante toque de sus manos, juraba que con siquiera rozarlos su piel se quemaba por completo, como si fuera un incendio consumiendo todo a su paso. O sus tan jodidamente deliciosos labios, con un sabor a vino que no podía explicar, el ritmo tan perfecto y torturador que siempre llevaba, simplemente la mera existencia de ese hombre le hacía sentir escalofríos en todo el cuerpo.

Estaba tan perdido fantaseando con aquel Alfa que simplemente ignoro la fría brisa entrando por la ventana.

Se acercó con la intención de cerrarla, lo que no espero fue ver un sobre atado a una piedra tirada cerca de la ventana como si lo hubieran arrojado.

Cerro la ventana y recogió el sobre, en su interior, una dirección y una foto de su hijo apresado en una silla. Al darle vuelta a la foto, una frase estaba escrita.

"Solo tú, Leclerc"

Sintió como su cuerpo se tensó ante el mensaje, el miedo de que ese hombre le hiciera algo a su hijo crecía a cada segundo.

𝘼𝙉𝙂𝙀𝙇'𝙎 𝙎𝙊𝙉 || 𝘾𝙃𝘼𝙍𝙇𝙊𝙎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora