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10. Sentir

El sonido del monitor cardíaco era lo único que escuchaba, estaba solo, solo en esa fría habitación.

Cuando por fin pudo abrir los ojos, se sintió abrumado, no sabía dónde estaba, ni cómo había llegado a ese lugar.

La última vez que estuvo en un hospital fue cuando Carlos decidió mandarlo lejos.

Con ese recuerdo en mente se levantó, quitándose la aguja del antebrazo — no, no, no — susurró, sabiendo que muy probablemente estaría de nuevo en Londres.

Salió de la habitación, buscando rostros conocidos hasta que una enfermera lo interceptó.

— Señor, ¿está bien? — Charles la ignoro, buscando a Carlos — Señor, por favor vuelva a su habitación, necesitamos revisarlo — otra vez fue ignorada.

Pero con la diferencia de que esta vez, dos alfas lo tomaron por los brazos, reteniéndolo.

Comenzó a gritar, quería irse, quería irse ya.

Carlos

Ambos esperaban en la sala de estar hasta que escucharon un grito provenir de las habitaciones donde estaba el monegasco, eso lo alertó, haciendo que se levantara de inmediato para ir a ver lo que sucedía mientras Oliver lo seguía.

Claro que no esperaba encontrarse con dos hombres sosteniendo a su omega, quien forcejeaba, pateaba y gritaba para irse.

— ¡Suéltenlo! — ordenó.

— ¡¿quién es usted?! — preguntó la enfermera.

— ¡Soy su alfa, suéltenlo! — volvió a ordenar — ¿qué mierda les pasa? Apresan a un omega que llegó aquí por un ataque de ansiedad ¿qué estaban pensando? — reclamó mientras tomaba al ojiverde entre sus brazos, liberando inconscientemente feromonas para tranquilizar al más joven — no quiero que ninguno lo toque si no es para revisarlo.

— Señor, su omega necesita ser revisado, si lo permiten yo puedo hacerlo — habló otra mujer, una doctora.

Sainz la observó, terminando por asentir. Cargando al monegasco para llevarlo de regreso al cuarto donde estaba mientras sentía como este se aferraba a él, hundiendo su rostro en el cuello del alfa.

Oliver miraba la escena extrañado, nunca había visto a su padre así de territorial, tan posesivo y a la vez tan protector.

Al entrar en la recámara el moreno colocó a Leclerc en la camilla, dejándolo ahí para que pudieran revisarlo,

Ambos alfa miraban cada movimiento de la mujer, atentos y listos para saltar si hacía falta.

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó la doctora. Iniciando una conversación para lidiar la tensión mientras chequeaba a su paciente.

— Charles.

— Charles, ¿qué edad tienes?

— 34 años.

— ¿El es su hijo?

Charles miró a Carlos, quien asintió — si.

𝘼𝙉𝙂𝙀𝙇'𝙎 𝙎𝙊𝙉 || 𝘾𝙃𝘼𝙍𝙇𝙊𝙎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora