Prólogo

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Ya no recuerdo bien quién soy... He tenido tantas vidas que me cuesta trabajo recordar de dónde vengo. ¿Cuál era mi nombre? ¿Era Robert? ¿Carlos? ¿O Takeru? Demonios, es difícil recordar cada vez que hago un salto. A veces, estás escenas borrosas asaltan mi mente, y muchas veces ni siquiera estoy seguro si son recuerdos reales o productos de mi imaginación. Carajo... Intentar recordar solo empeora las cosas...

Bueno, tal vez me estoy preocupando por cosas triviales. Si no recuerdo mis vidas anteriores, supongo que es por algo, ¿no?

Veamos... Solo estoy seguro de 2 cosas.

La primera: 

Al saltar soy como una persona con amnesia. No tengo idea de quien soy, ni como llegue a dónde estoy, pero aún soy completamente funcional. Es decir, se hablar, se caminar, se absolutamente todo lo que un hombre debería de saber, tanto fisica, mental, intelectual y moralmente. No soy como un niño acabado de nacer o algo por el estilo.

La segunda:

Soy muy consciente de cómo funciona mi poder.

Tengo la capacidad de viajar entre realidades; puedo elegir el momento en el que quiero hacerlo, pero no puedo elegir en qué mundo voy a caer. Vamos, es cuestión de suerte. Y como mencioné al inicio, al caer en un mundo nuevo no tengo recuerdos claros acerca de mí o de mis vidas pasadas. Además, siempre renazco en el cuerpo de un hombre joven de aproximadamente 18 años.

Además, después de despertar, soy capaz de elegir si veo o no, los recuerdos de aquel cuerpo al que poseo.

Eso me hace sentir mal. ¿Acaso soy una especie de entidad parasitaria que llega a robar la vida de alguien?

Es decir, la persona que ocupó este cuerpo sufrió, lloró, gritó, rió y amó durante 18 años. ¿Y todo para qué? ¿Para que en un instante muriera al cederme el control de su cuerpo?

Es demasiado triste pensar en eso, y más cuando puedo ver tan vividamente sus recuerdos pasar por mi mente.

Puedo ver cosas como el primer abrazo de su madre, su primer beso, su primera fractura, el dolor al perder a su primera mascota. Siento cómo todo lo bueno y lo malo en su vida se condensan en un gran deseo de vivir y superarse.

Mierda, lo siento tanto chico...

Prometo esforzarme para cumplir tus sueños, es lo menos que puedo hacer (aunque pensar eso no me hace sentir mejor).

Me pregunto si está vez me tocó algún loco suicida que estuvo a punto de arruinar su vida y yo llegué a salvarlo. Eso sí me haría sentir mejor...

Al menos eso creo...

El caso es que, fuera lo que fuera, a partir de hoy mi trabajo es... Solo vivir, ¿no?

Es difícil saberlo.

Normalmente uno no decide nacer, ¿cierto? Solo naces y tienes la misión de vivir o sobrevivir, y mientras creces adquieres las capacidades suficientes para hacerlo por cuenta propia. Algunos lo consiguen, otros no.

Pero eso es lo interesante de la vida.

Si te pones un objetivo o una meta, trabajas para alcanzarlo. Si tu meta es alcanzable y te esfuerzas lo suficiente, podrás cumplirla y te sentirás orgulloso, sintiendo que tu vida tiene un sentido.

Otros tienen suerte y su vida ya está resuelta, pero debido a eso, no encuentran sentido en ella.

Y otra gran mayoría es golpeada por el destino en la cara y se ven obligados a mirar cómo su vida se desperdicia.

Esto no me ayuda... Si de por sí encontrar algun sentido para vivir es complicado, hacerlo en mi situación lo es aún más.

Estas ambiciones y metas en mi mente no son realmente mías. Son de quién demonios fuera el dueño de este cuerpo. ¿Me siento responsable de cumplirlas por haberle arrebatado el control de su cuerpo? Sí, un poco. ¿Estoy obligado? No, no lo estoy.

Si tan solo pudiera recordar mis vidas anteriores. Si tan solo supiera qué clase de vida tuve, si cometí errores, si dejé alguna meta inconclusa, si tuve arrepentimientos o incluso si quiero repetir alguna experiencia.

Pero no. Cuanto más intento recordar, más en blanco se pone mi mente, y eso aumenta mi frustración.

Se que puedo elegir el momento del salto, pero no recuerdo por qué demonios lo hice. Es tan frustrante...

¿Lo hice porque no me gustó el cuerpo en el que me reencarné a los 5 minutos de llegar?

¿O lo hice en mi lecho de muerte, a unos minutos de irme?

¿Tal vez cometí algún error tan grande que me hizo tomar el camino fácil?

No lo sé.

Supongo que no tengo de otra. Iniciaré con lo que tengo... Ya veremos en el camino que cambiamos y que no.

La Sombra De La Inmortalidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora