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Agarrándolo de la mandíbula, Hyunjin escuchó sus últimas palabras, reteniéndolo en su lugar cuando hizo el amago de salirse de su regazo

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Agarrándolo de la mandíbula, Hyunjin escuchó sus últimas palabras, reteniéndolo en su lugar cuando hizo el amago de salirse de su regazo.

—El próximo sábado —murmuró Hyunjin contra sus labios—, aquí.

—No —dijo Jeongin con desafío—, imposible.

—Claro que no —Hyunjin sonrió y lo atrajo, besándolo en la boca.

Contrario al primer beso que tuvieron, ahora no lucharon por el control. Creyó que Jeongin lucharía para quitárselo de encima, sin embargo, el omega sólo abrió sus labios para profundizar el toque. Hyunjin sintió como el deseo, la posesión, sólo creció con el beso de ahora, a punto de perder el control de sí mismo. Debería haber sentido miedo, no obstante, sólo había intenciones de complacer a su alfa.

Estuvieron así lo que parecieron largos minutos, hasta que se vieron obligados a alejarse para conseguir algo de aire.

—Te llevaré a casa de tu antiguo alfa —le dijo Hyunjin—, así que...

Jeongin tenía los ojos brillantes, los labios hinchados y una expresión indescifrable.

—Nos veremos el siguiente sábado —concedió finalmente el omega—, pero sólo para eso, para nada más.

El General se rió ante su declaración y lo soltó. Jeongin se puso de pie, tratando de ignorar su propia necesidad, la forma en que su omega se retorcía por volver al calor del alfa.

Lo miró.

—Lo que hicimos... —empezó a decir Jeongin.

—Nuestro secreto —dijo Hyunjin, llevando un dedo hacia sus labios en un gesto de silencio—, nuestro vil y retorcido secreto, ¿no, Innie?

—Podrías llevarme detenido —Jeongin alzó su barbilla, incapaz de contener las dudas en su cabeza—, podrías tenderme una trampa. ¿Por qué no lo has hecho?

Hyunjin no contestó enseguida, tomándose su tiempo para pensar en una respuesta concreta.

—Tengo mis propios intereses —contestó el alfa con calma—, no todo es mi patria, por mucho que te cueste creerlo —alzó su barbilla—. Jeongin, tú sabes que lo decía en serio.

—¿Qué cosa?

—Que tu omega me reconoce como suyo —un escalofrío recorrió a Jeongin ante la declaración—. Tú y yo lo sabemos.

—Es una mentira —replicó Jeongin.

Una sonrisa perezosa pintó el rostro de Hyunjin.

—Si tú lo dices...

Fue lo último que se sintió capaz de tolerar. Jeongin simplemente se volteó y salió del vagón, con el frío aire nocturno golpeándolo. No obstante, no se detuvo a pensarlo (y quizás era lo que necesitaba), marchándose de allí casi corriendo y adentrándose en los campos de trigo que estaban a un costado. Allí, agazapado, le esperaba Chan.

inopia ✦ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora