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Los violines fueron el último instrumento que sonaron antes de que los aplausos estallaran, y Jeongin sonrió, con la mirada de Sehun en él

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Los violines fueron el último instrumento que sonaron antes de que los aplausos estallaran, y Jeongin sonrió, con la mirada de Sehun en él. El alfa le acarició la mejilla y el omega, en un gesto natural, cerró sus ojos e inclinó su cabeza, agarrando la muñeca del alfa con total confianza.

—Debo ir a conversar con el senador Kang, ve a comer algo, Jeongin —le dijo Sehun finalmente, sacándolo de la pista de baile donde previamente habían estado. Jeongin se dejó llevar sin borrar su sonrisa, sabiendo que esa fiesta era importante. Muy importante—. Por favor...

—No debes preocuparte —aseguró Jeongin—, no cometeré ningún error.

Sehun asintió, aunque le dirigió una mirada más antes de voltearse e ir hacia el grupo de políticos al otro lado de la habitación, abriéndose paso por entre las personas. Jeongin alisó la falda de su vestido, una preciosa pieza única de seda rojo, apretado en la cintura y con una enagua para aumentar su volumen. Lo cubría además un encaje negro que iba desde los pies de la falda hasta su pecho, donde la tela de sus hombros caía en sus brazos, revelando dicha parte del cuerpo junto con sus clavículas y la marca en su lado derecho, sobre su glándula omega. Guantes negros cubrían sus manos, mientras que un collar apretado, con un rubí en el centro, brillaba ante la luz de las antorchas. Su cabello rojo iba cuidadosamente peinado, mostrando su frente para resaltar su rostro con un suave maquillaje.

Amaba su vestido, como todos los que le regalaba Sehun, que siempre los hacía a su medida. Lo llevaba con una modista de alta costura, una que usaban los omegas de elite, y su guardarropa estaba lleno de todas esas piezas únicas.

Caminó hacia la mesa de comidas, con la vista baja para no importunar a ningún alfa, como estaba acostumbrado ya. Debía ser cuidadoso, más que nunca, porque llevaba ya seis meses sin jechul, no quedaba ninguna gota en su cuerpo y, por lo mismo, era más propenso a cometer errores. No obstante, esa noche, debía ser impecable. No podía decepcionar a Sehun.

Sacó un canapé de uno de los cientos de bandejas que estaban repartidas en la mesa, junto con una servilleta para no mancharse. Esperaba no descuidar su maquillaje, inclinándose cuando el rey de Inopia pasó cerca de su lugar. Una vez lo tuvo lejos, agarró una porción de helado que había, saboreándolo cuando llegó a su paladar.

—¿No crees que son demasiadas grasas para un omega clínico?

La burlona voz lo sobresaltó y levantó la vista, antes de bajarla con espanto cuando observó el bonito y frío rostro de Jennie Kim, una omega de elite que conocía pues coincidieron alguna vez gracias a la modista y a las reuniones de té en las que Jeongin era invitado en ciertas ocasiones.

Jeongin no quería pensarlo de otra manera, pero sentía que la omega tenía una especial afición con molestarlo, como si estuviera en su contra. Quizás lo era. O, quizás, lo consideraba tan insignificante que le encantaba la sensación de poder aplastarlo cuando quisiera. Él había notado eso, ahora con su mente más despierta, que a los omegas de elite les gustaba sentirse poderosos ante los omegas clínicos, considerándolos inferiores y minúsculos.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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