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Advertencia para los lectores
Antes de continuar, por favor tengan en cuenta que lo descrito en este capítulo es completamente ficción y no busca en ningún momento glorificar, apoyar o romantizar temas como el suicidio, la depresión o el dolor emocional.
Las escenas son fuertes y abordan situaciones extremadamente sensibles.
Si estás pasando por un momento difícil, recuerda que no estás solo. Hablar con alguien de confianza o buscar ayuda profesional puede marcar una diferencia.
Cuida de ti mismo/a al leer este contenido y, si sientes que no es adecuado para ti en este momento, está bien tomar un descanso.
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Felix sintió el peso de sus párpados al abrir lentamente los ojos, una luz brillante le lastimaba la vista, obligándolo a parpadear varias veces para acostumbrarse.
Un pitido constante resonaba a su alrededor, en sincronía con los latidos de su corazón.
Cada sonido se mezclaba con el zumbido distante de las máquinas, y el olor estéril del hospital lo envolvía.
Lo primero que percibió fue su propio cuerpo, adormecido, conectado a varias máquinas que monitoreaban su estado de salud.
Sentía las venas tensas por los tubos que se incrustaban en su piel, y un leve dolor en sus músculos.
Lentamente, giró la cabeza para observar la habitación a su alrededor.
Todo parecía surrealista, como si estuviera flotando en un sueño.
"¿Cómo llegué aquí?" pensó con la mente nublada.
Sus recuerdos eran fragmentos dispersos, imágenes borrosas que no lograba conectar del todo.
¿No estaba en aquella camioneta con ese alfa extraño? Sí, lo recordaba claramente.
El pánico volvió a invadir su pecho al recordar cómo ese alfa le había puesto un pañuelo en la nariz. Algún químico lo había dejado inconsciente y, después de eso, todo era un vacío negro.
