CAPÍTULO 2 - RECUERDOS

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¿Qué tan positivas o negativas resultan la toma de nuestras decisiones, y cuál es el impacto en la sociedad tras ello?

No lo sé, y es algo que jamás me ha importado... al menos era así hasta el día de hoy.

Después de salir de la casa de mis tíos, un sentimiento de agonía se apoderó de mí.

Y no porque me importara lo que llegase a pensar la sociedad acerca de mis actos. Se puede ir al carajo.
Lo que en realidad me pone los pelos de punta es lo que el tío Jack, la tío Lou y Olive piensen de mí. Las escenas y tormentos que perturbarían sus pensamientos al enterarse de la clase de animal salvaje que fui al atacar de esa manera a su única hija.
Aquellas personas que durante este tiempo me han tendido un plato sobre la mesa para tener bocado que probar. Eso me aterra.
Pero lo que más me aterra es que Olive tenía razón

Realmente, ¿sé quién soy?

La respuesta es fácil; no.

El Elle de hace 13 años jamás se hubiese atrevido a rozar siquiera el cabello de una mujer.

Pero mi subconsciente en esos momentos no era capaz de razonar y distinguir la ficción de la realidad.  Me encontraba en un trance consumido por la rabia tras escuchar aquellas palabras. Solo anhelaba que la persona parada frente a mí dejara de escupir idioteces y se callara.
Pero no de la manera en la que actué.
No así.

Jamás imaginé que Olive se llegase a sentir así, pensando en que le había robado el amor de sus padre por brindármelo a mí.

Que desastre de persona soy.
¿Cómo me atreví a morder la mano de la única persona que sintió lástima por mí y me levantó incluso cuando yo no tenía ganas de seguir?

Todas ellas son preguntas que ni yo mismo puedo responder ahora.

Mis pensamientos son un lío. Han generado una disputa, un paralelismo indescriptible a mis impulsos entre, haber echo el bien sin dañar a un segundo; o dañar a un segundo por preservar mi paz mental.

Todo mi ser es un caos.
Soy un hoyo negro inexistente, consumidor de sueños y deseos.
Y les aseguro que no habrá final feliz; al menos no hasta que el hoyo negro deje de existir

*******

Observo el inmenso y matizado atardecer. Sus colores se reflectan en la tranquilidad de las aguas del lago frente a mí. Las avecillas cantando son la melodía que estructuran el escenario, y los rayos casi ausentes del sol, acarician con delicadeza la poca desnudez de mi piel.

Es verano, y el clima es una completa locura. Un día amanece lloviendo y al otro una ola de más de 38° nos hostiga.

Cojo la cámara dentro del bolso y enfoco el esplendor en su totalidad.
Los árboles que adornan el contorno hacen el contraste perfecto para resaltar lo intangible capturado en un imagen.

Los colores del cielo trigueño apaciguan las tinieblas de mi soledad y el silencio que emana es tan exquisito que mantiene a flote mis sentidos.
La paz interna en estos momentos es simplemente indescriptible.

Así que, cierro los ojos disfrutando de tan amena calidez.
Disfrutando del viento que recorre mi cuerpo y la frescura del lago que yace a mis pies.
Pero es solo por un breve tiempo.
Los recuerdos vuelven acechar en mi interior.
Olive, el rastro de sangre derramada y yo.

Y se estarán preguntando, ¿cuan importante es ella para mí?
No hay palabra para definir la dimensión de afecto que mi sistema límbico genera cuando estoy cerca de ella.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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