diecinueve

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Lee Minho

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Lee Minho

Me despierto en el sofá. Tengo el cerebro nublado y, mierda, por qué me duele tanto la cara. Abro y cierro la boca, probando el nivel de dolor. Intento incorporarme y hago una mueca de dolor que me recorre el cuerpo; parece que me haya atropellado un camión.

¿Qué carajo pasó anoche?

Cuando abro los ojos, veo basura y botellas de cerveza esparcidas por todas partes. Recuerdo haber tenido una pequeña reunión y haber tomado algunas drogas, pero mi memoria se detiene ahí. El cerebro me golpea contra el cráneo cuanto más pienso en ello.

Me arrastro hasta el dormitorio, agarrándome a la pared mientras camino. Un rápido vistazo a la cama me dice que Jisung debe haber pasado la noche en casa de Jeongin. Sigo caminando por la habitación y veo que el armario está abierto, pero su maleta de mierda ya no está allí.

Corro hacia la cómoda y encuentro sus cajones vacíos. Oh, no. Siento que se me hunde el pecho. ¿Qué he hecho? Busco mi teléfono en los bolsillos y, por suerte, está ahí. Lo saco y veo un montón de llamadas perdidas y mensajes de Hyunjin y de otras personas irrelevantes. Pero ninguno de Jisung. Intento llamarlo, pero ni siquiera se conecta. Pierdo la cuenta de las veces que intento llamarlo antes de rendirme.

Llamo a Hyunjin, y él contesta al primer timbre.

—Qué. Mierda. Pasó. Anoche. —Mi voz sale lenta y mortal.

—La cagaste, Min. No creo que puedas arreglar esto. —me dice todo lo que vio y toda la sangre se escurre de mi cara.

—No, no, no, no. —Me paso las manos por la cara y me tiro del pelo. No quiero escuchar más. No quiero creer las palabras que dice. Tiene que ser mentira, yo nunca le haría daño de esa manera.

Agarro mis llaves y acelero hasta la casa de Jisung. Necesito verlo, mirar su hermoso rostro. Asegurarme de que está bien. Cuando bajo con el coche por la entrada de su casa, los neumáticos chirrían y me detengo bruscamente detrás de un camión verde.

Mi mirada se detiene en el camión por un momento antes de salir del coche y correr hacia su puerta. Mi puño choca con su puerta en rápida sucesión. Finalmente, la puerta se abre de un tirón y un hombre alto, que debe ser su padre, se agolpa en la entrada. En lugar de perder la cabeza con él por lo que le ha hecho a Jisung, intento serenarme.

—Necesito hablar con Jisung —digo, y añado—, por favor.

—¿Te llamas Minho? —Su voz sale sonando ruda. Sus brazos cruzados frente a su pecho le hacen parecer que no es alguien con quien se pueda joder.

—Sí, señor.

—En ese caso. No. Y un consejo: sube a tu coche y vete, antes de que te ponga las manos encima como hiciste con mi hijo. —Me cierra la puerta en la cara. Me quedo ahí un momento, debatiendo si debo volver a intentarlo o dar la vuelta e intentar abrir la ventana de su habitación.

cruel and careless, minsung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora