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La optativa de Medicina del Deporte era una de las materias más fáciles a mi parecer. A veces, combinábamos teoría con práctica y todos nos reuníamos en el pabellón de la Facultad de Ciencias del Deporte, uno de los edificios más característicos de la Universidad, el cual albergaba un gimnasio y una gran piscina olímpica climatizada.

Tras acabar los exámenes de aquella mañana, caminé hasta la facultad mencionada y me adentré en los vestuarios, teniendo en cuenta que aquél día sería totalmente práctico. Lo agradecí mentalmente, pues hacer algo de deporte era todo lo que necesitaba para despejar mi mente de los exámenes y descargar mis músculos. Había estado sentada la mayor parte del mes y juraba que pronto mi trasero se volvería completamente plano.
La hora se pasó rapidísima acatando las órdenes de la profesora. Taehyung fue mi compañero cuando tuvimos que juntarnos por parejas, regalándome risas cada vez que soltaba alguna frase que sólo él y su mente graciosa dirían. Aprovechando la última semana antes de las vacaciones, la profesora nos permitió unos minutos de tiempo libre donde competimos jugando al baloncesto; todo iba bien hasta que Josephine me lanzó un balonazo a la cara, golpeándome de lleno sobre la nariz. Tuve que sujetarme el puente firmemente, evitando que sangrara de más y soportando sus disculpas mientras fingía que no había sido a propósito.

—Lleva más cuidado la próxima vez, Jo —bramó Taehyung. Ella se encogió de hombros.

—Ha sido un accidente, no es para tanto.

—Límpiate la cara y cámbiate, Kim. Ve a la enfermería si no se detiene la hemorragia en unos minutos, pero seguro que no es nada grave —anunció la instructora, señalando la zona de vestuarios—. En quince minutos termina la clase.

Asentí con la cabeza, trotando hasta el baño bajo la mirada del resto de universitarios, atentos por la sangre que goteaba sobre mi camiseta. En efecto, sólo fue cuestión de minutos para que el líquido dejara de salir; me lavé el rostro y coloqué dos papeles en cada orificio, actuando de tapón. Me deshice de mi camiseta mojada dispuesta a darme una pequeña ducha y relajar mis nervios, jurando que la tensión arterial me subía por las nubes cada vez que interactuaba con la pelirroja. No la soportaba. Ni siquiera entendía cómo era capaz de guardarle tanto rencor, pero cada día aumentaba un poquito más, llenándome el pecho de rabia.

Un bufido profundo abandonó mis labios en cuanto la ví aparecer tras la puerta, poniendo todo mi esfuerzo en actuar con normalidad y evitar darle el placer de verme enfadada. No me faltaban ganas de romperle la nariz y decir que también había sido un accidente.

—¿Te duele demasiado? —sonrió, acercándose hacia mí con las cejas alzadas—. Pobre.

—No me duele.

—Entonces, perdón por no haberte dado más fuerte, Brookie.

Fruncí el ceño, quitándome las dos bolas de papel de la nariz y lanzándolas al suelo. Quería tirarme sobre ella y regalarle el mayor puñetazo que hubiera soltado jamás, pero no podía hacerlo. No quería que me expulsaran de la Universidad en la última semana del semestre.

—No te cansas de ser tan inútil, ¿verdad? —mascullé en tono aburrido. Ella suspiró, como si estuviera conteniendo toda la paciencia consigo.

Qué irónico.

—¿Y tú no te cansas de ser tan...?

—¿Tan qué?

—Tan insoportable.

—Me ofendes muchísimo.

—¿Estás disfrutando? —su rostro se interpuso en mi camino en cuanto traté de darle la espalda, con su sonrisa macabra a escasos centímetros de mí. Parecía una auténtica desquiciada a mi parecer, o quizás simplemente era el poco cariño que le tenía—. Debes de estar súper feliz después de lograr que Mihua no quiera ni verme, ¿verdad?

Trillizos Park. - btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora