Eclipse [XiaoTher] (AU)

3- Fiesta parte I

En la mansión de los Tveit, los tres chicos se encontraban en su guarida. Dentro, cada rincón estaba pensado para ellos. Desde la perspectiva de Lumine, había pósters de música y una máquina de karaoke, junto a una computadora que compartían donde también podía jugar videojuegos. Paimon tenía a su disposición muchos de sus juguetes preciados, cuadernos para colorear, peluches y comida para disfrutar mientras procrastinaban felizmente. Para Aether, bastaba con un pequeño estante de libros y materiales para crear ropa. Además, la guarida contaba con otras comodidades: un sofá cama con almohadas y sábanas, un mini frigorífico con bebidas y dulces, una televisión con consola, dos maniquíes, y un par de pufs. Todo un paraíso, lejos de la mirada de sus padres.

El silencio de la lectura se rompió con tres suaves toques en la puerta, captando la atención de los tres. Al otro lado, una voz femenina, seductora pero dulce, se hizo escuchar:

—Niños, salgan ya. Sus padres están por llegar. —Era Lisa, la enfermera y, en realidad, la única vida social que los chicos tenían.

—¡Ya vamos, Miss Lisa! —exclamó Aether, cerrando el libro y guardándolo en su lugar.

—Hay que desconectar todo, rápido. —ordenó Lumine, levantándose del puf y corriendo junto a su hermana para desconectar los equipos electrónicos.

Aether se levantó, estirando su cuerpo mientras sus huesos crujían como nueces al romperse. Luego, comenzó a colaborar desconectando la computadora y la pequeña máquina de karaoke. Paimon desenchufó la máquina de costura, y Lumine hizo lo mismo con la consola y el televisor, dejando intacta la pequeña nevera para no arruinar la comida que escondían en secreto.

—¡Lindos, salgan ya! —insistió Lisa desde el otro lado de la puerta.

Finalmente, Aether abrió la puerta, revelando la adorable y atractiva figura de la mujer. Era esbelta, de cabello castaño, con ojos verdes que aunque cansados, mostraban calidez. Llevaba el uniforme de la casa que portaba el apellido Tveit, adornado con un pequeño accesorio en forma de rosa. Su sonrisa era dulce y acogedora.

—Ah... al fin salieron, dulzuras. Vengan conmigo rápido, deben estar en sus cuartos antes de que llegue el rayo. —dijo Lisa mientras cargaba a la pequeña Paimon, mimándola con cariño.

Lisa era más que una simple sirvienta para ellos. Era la que los cubría en todo y, a cambio de su silencio, solo pedía quedarse allí para descansar y evitar hacer su trabajo por unas horas. Era un trato justo, ya que ella les había enseñado sobre los pasadizos secretos y las habitaciones ocultas, acumulando más conocimiento de la casa de lo que cualquiera sospechaba. Además, los trataba como una madre, algo que nunca pudo ser, ya que en su juventud no pudo tener hijos. Los hermanos Tveit jamás podrían agradecerle lo suficiente, ni disculparse por lo poco que podían ofrecerle en comparación.

—Díganme, lindos, ¿están emocionados por la celebración? —preguntó Lisa, con sus ojos esmeralda centelleando de curiosidad.

—Yo... la verdad me parece algo extraño... nunca hemos convivido con otros chicos antes. —respondió Lumine, desviando la mirada, incómoda.

—Jeje... Si no fuera por Paimon, claro que no habría estos eventos. Ella es la razón de todo esto; quieren presumir y solo mostrar sus riquezas, disfrazándolo de cumpleaños. Sin ofender, mi pequeña glotona. —dijo Lisa, dándole un suave beso en la mejilla de Paimon, dejando una marca de su labial claro.

—¡Está bien, Miss Lisa, porque todo es gracias a mí! —dijo Paimon con entusiasmo.

—Sí, pero después de esto, todo volverá a la normalidad... —comentó Lumine, dejando caer la expectativa.

Aether caminaba detrás de ellas en silencio, escuchando la conversación. Asintió con la cabeza, dándole la razón a su hermana. Todo volvería a ser como antes, un recuerdo efímero que solo duraría un instante. Mientras las tres hablaban, Aether se preguntaba cómo podría encajar en ese mundo. ¿Cómo podría hablar con alguien sin que solo lo vieran por su apellido, incluso dentro de su propia familia?