Capítulo 5 El dolor de un dragón

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Los gritos y el olor a sangre eran demasiado para Aemond, intentó salir de Harrenhal, corrió por el bosque con espada en mano llena de sangre de los Strong, pero por más que se alejara los aullidos de sus víctimas lo seguían.

El rubio despertó asustado por el gran rugido de Cannibal, el dragón rondaba muy cerca de su habitación, ya había pasado tan solo una semana con el gran ejemplar volando alrededor del castillo de sus antepasados.

Aún nadie entendía la presencia de Cannibal tan cerca, Rhaenyra, Daemon incluso él mismo sospechaba que no está solo por el cadáver de Vhagar, tal vez algunos de los hijos pequeños de la reina sería el nuevo jinete, algo que enorgullece a Daemon y a la vez preocupaba a su hermana. Lanzó un suspiró y se acercó a la ventana para ver al dragón volar, noches como estas extrañaba a Vhagar, volar con ella o solo sentir la conexión con ella le era suficiente para traerle paz, nada podía hacer que olvidara la sangre en sus manos como ella, ni siquiera el hermoso y caliente cuerpo de Alys.

Alys era alguien que había olvidado por completo, debería salir he ir a buscar a su amante, eso es lo que haría alguien enamorado, pero Aemond ya no sentía eso, no podía pensar siquiera en volver acostarse con ella, se siente sucio después de todo lo que hizo, aún que ese sentimiento se desvaneció un poco en el día, cuando la presencia de Lucerys inundaba su mente, cuerpo y alma, de alguna forma retorcida se convirtieron en amigos.

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Rhaena miró a Cannibal dar otra vuelta por tercera vez, los miembros del consejo decían que estaban custodiando la reina, Rhaena sabía que el dragón solo espera a que su jinete salga para unirse con él.

Se apartó de la ventana para dirigirse hacia su espejo, sonrió ante lo bien que le quedaba el vestido rojo y negro en su delgado cuerpo, Rhaena es una mujer hermosa por lo que siempre sintió que sólo debía arreglarse con lo mínimo, ahora tiene que mirarse ante el espejo para embellecerse aún más de lo normal, puede que todos sean ciegos, a excepción de Baela, pero ella estaba segura que Aemond venía a robarle algo más.

Frunció el ceño al pensar en esa sonrisa engreída que la recibió en el túnel cuando domo a Vhagar, quería llorar y golpearlo por quitarle el dragón de su madre, Vhagar era para ella, si ella hubiese sido su jinete no estaría muerta en la playa. Rhaena presentía que esta

vez Aemond le robaría a Lucerys, no iba a perder ante ese verde traidor, se miró decidida una vez más antes de salir temprano para acaparar la atención de su prometido.

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El ambiente era pesado, Lucerys lo notaba y no era por Cannibal, el castaño presentía qué algo iba a pasarle a Aemond, la mirada de tristeza cuando se pierde en sus pensamientos era demasiado dolorosa para él.

Siempre pensó que los hombres que iban a la guerra regresaban presumiendo de sus victorias, el abuelo Corlys, su padre Daemon, pero Aemond jamás le habla de la guerra, no lo presume, sólo desvía el tema cada vez que pregunta ¿Qué tan malo fue? se preguntaba Lucerys, si Aemond, un príncipe experimentado con la espada término de esa manera, no quería imaginar lo que le pasó a él.

—¿En qué piensas?— la voz de Aemond lo atrajo a la realidad.

—Nada, solo...— el rubio sonrió levemente mientras se sentaba a su lado.

Lucerys no era tonto, poco a poco iban acercándose más y más, dejando atrás esos viejos rencores y peleas del pasado, por lo cual el Velaryon estaba feliz, sabía que no debería estar tan cerca de Aemond pero no podia evitarlo su presencia siempre lo atrajo y no iba a desaprovechar la oportunidad de estar a su lado.

—¿Cómo hiciste para hablar tan bien Valyrio?— le cuestionó Aemond atrayendo la atención de esos ojos verdes.

—Mi madre me enseñó, mientras Jace entrenaba con Baela y Daemon, yo estaba con mi madre, ella me enseñó la correcta pronunciación de nuestra lengua ¿Y tú?

Dragones y Tormentas- Lucemond.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora