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La tarde era calurosa, y no solo por el denso sol que se reflejaba y entraba por las muchas ventanas del salón.
Un chico de cabellos negros y conocidos por su habitual expresión de indiferencia se encontraba hecho un desastre jadeante y sonrojado. La manera tan deliciosa que esos lindos labios tenían para chupar su glande lo enloquecían. No tenía ni la menor idea de cómo es que habían acabado así cuando, se suponía, estaban allí para ordenar el salón.
Pero para este punto poco le importaba.
Husk retuvo un jadeo tembloroso con el dorso de su mano mientras que con la otra acariciaba el cabello pelirrojo de Alastor.
Y hablando de Alastor...
Su suposición era cierta. Esa mirada concentrada, brillosa de lujuria y bestialidad mal contenida era su principal incentivo para continuar con aquella mamada. Aunque no era un experto, sabía que no debía usar sus dientes ni tentar a su suerte si quería tener más de lo que podía soportar.
Su lengua caliente pasaba una y otra vez sobre la punta rojiza y goteante del falo, haciendo presión con sus labios. El resto que no podía tomar con su boca, lo masturbaba a un ritmo igualado.
Su inexperiencia era notoria, pero eso no disminuía el calor del ambiente.
El sonido de chupones y quejidos ahogados rebotaba en cada esquina, respiraciones aceleradas y los tenues gruñidos de Jewels contrastaban con el silencio sepulcral.
Con cada chupada y lametón Husk se sentía derretir es esa boquita caliente que tan bien le atendía. El carmín en sus mejillas aumentó, pequeñas gotas de sudor provocando que varios mechones de su rebelde cabellera se pegaran a su rostro.
Ver a Alastor de esta manera no era algo que tenía planeado. Sin embargo, no le molestaba en lo absoluto.
—Mierda, Al —jadea—. ...s-si sigues así, yo...
Y las palabras vuelven a morir en su garganta cuando de una estocada, el chico arrodillado frente a él mete todo el pene en su boca.
El cambio fue brusco, sentir de repente toda esa calidez envolverlo junto con esa lengua escurridiza acariciando lo que podía le arrebató un ronco gemido de satisfacción.
—Si... a-así —poco a poco empieza a marcar un ritmo para entrar y salir de entre esos labios hinchados y sonrojados—. Ah carajo, me vas a matar..
No mentía, se sentía morir bajo la influencia de ese perverso chico que a ojos de los demás no era más que un simple nerd sabelotodo. Nadie creería que fue él quién inició todo.
«¿Y qué tal tu cita con Angel?»
«Oh bueno, salió bien, supongo.»
«¿Supones?»
«Ya sabes, no congeniamos del todo y al final terminamos como solo amigos.»
«Oh... Bueno, al menos ahora son amigos. Algo es algo.»
«Seh... Tal vez deba probar con cosas casuales.»
«¿Cosas casuales? ¿Para qué?»
«Hoy día nadie quiere nada serio, Al. Solo algo pasajero. Coger sin compromiso y luego "Adiós".»
«...»
«¿Alastor?»
«Si es así... No te molestaría que intentáramos algo ¿Cierto?»
«Bueno, yo, eso- Depende d-de lo que quieras proponer.»
«Oh~ Créeme, querido. Sé que te encantará.»
Una última estocada fue dada antes de que vaciara su semilla en la garganta del mayor, y este, gustoso, tragó todo lo que pudo antes de que saliera de su boca. Varios hilos del espeso líquido bajaron por su mentón, mezclándose con las varias lágrimas que había estado soltando gracias a la sensación de asfixia estos últimos momentos.
Alastor tose varias veces, temblando y respirando con fuerza. Si que tenía la garganta lastimada. Relame sus labios con gula al percibir los restos de esperma.
Tenía un sabor amargo, incluso hasta simple. Pero no le quitaba las ganas de volver a probarlo una y otra vez, sentirlo manchar su cara e incluso ensuciar sus lentes. Dios, se había puesto más duro que antes de solo imaginarse siendo degradado de tal manera.
—¿Alastor? —sus perversas fantasías se vieron interrumpidas cuando la preocupación se hizo presente en Husk—. ¿Estás bien? ¿Fui muy brusco? Ah, yo, perdón, si, me emocioné demasiado..
El pelirrojo miró desde abajo al menor y limpió con el dorso de su mano el resto de semen que le goteaba de la quijada. Oh, su chico si que era adorable y considerado luego de haberlo dejado hecho un desastre.
Sonríe.
—No seas tímido, guapo —tararea con la voz ligeramente rasposa, toma el miembro aún erecto frente a él y limpia todo rastro de sus fluidos y la saliva hasta llevarse los dedos a la boca y chuparlos uno por uno como si estuviesen bañados en miel, manteniendo una ardiente mirada con el más alto. Le divierte escucharlo tragar saliva sonoramente ante la vista tan erótica que le regala.
...
—Ahora fóllame contra el escritorio,chico emo.
—Carajo...
Vox, que había ido al salón a petición del profesor de matemáticas para supervisar qué tal iba el progreso de esos dos, no pudo evitar encontrarse con aquella escena.
Pese a no verles por completo ya que la puerta está entreabierta a duras penas, escuchó claramente cada obsceno sonido que ambos hicieron durante toda la felación.
Y poco quedaba decir que una incómoda erección se había formado entre sus piernas. No solo por los sonidos, sino por imaginarse a sí mismo en el lugar de ese estúpido y afortunado rarito.
¡Maldición! ¡Cuando era novio de Alastor el muy desgraciado se negaba a darle abrazos en público y ahora resultaba que le había chupado el pito al bastardo de su amigo!
Pero esto no se quedaría así. Oh, claro que no.
Porque si él era humillado de esta manera, se encargaría de hacerles lo mismo y el doble, si era posible.
Sonrió perverso mientras sacaba su teléfono y, empezó a grabarlos.
¿Qué pensaría la gente al ver al recatado y educado Alastor Beaumont, brincando con la desesperación de una perra en celo sobre la verga del inadaptado social del salón?
¡Qué gratificante será ver sus caras cuando ese vídeo esté en internet!
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