La alarma sonaba insistentemente en la habitación, rompiendo el silencio de la mañana.Ashley, una adolescente de 17 años con cabello rojo, se despertó somnolienta y se sentó en la cama, frotándose los ojos para sacudirse el sueño. Con un gesto de fastidio, agarró la alarma y la lanzó al piso con fuerza, haciendo que sonara con un ruido metálico.
—¡Estúpida alarma!— susurró, mirando con desdén el objeto que yacía en el suelo.
Luego se levantó y se dirigió al baño, donde abrió la regadera y dejó que el agua tibia corriera por su cuerpo, relajándola y despejándole la mente. El agua cayó sobre su piel como un bálsamo, calmándola y preparándola para el día que tenía por delante.
Después de bañarse, se cambió y bajó al primer piso, donde se encontró con su tío en el comedor.
—¡Mi alarma se rompió! Y quiero que compren otra— anunció Ashley entrando al comedor con un tono de frustración en su voz.
—¡Ya vas a la número 97, pequeña! ¿Qué es lo que les haces a las alarmas?— comentó su tío Gabriel con una sonrisa burlona, sin imaginar el tormento que esas palabras le causaban a Ashley.
Ella odiaba las alarmas con todas sus fuerzas, no solo porque la despertaban bruscamente, sino porque le hacían recordar su pasado, las reglas que tenía que seguir, la falta de libertad.
Y también odiaba que su tío le llamara "pequeña", un apodo que le hacía revivir los recuerdos que ella quería olvidar. Un pasado que la perseguía en sus pesadillas y la hacía sentir atrapada.
—¿No deberías estar en tu trabajo?— le espetó Ashley, intentando cambiar de tema y alejar sus pensamientos de aquellos recuerdos dolorosos que la perseguían.
—¡Voy a salir de viaje!— respondió su tío, bebiendo su taza de té con una sonrisa.
—Mmmm...— murmuró Ashley, agarrando su mochila.
Luego se encaminó hacia su preparatoria, sumida en sus pensamientos y con la sensación de que algo estaba a punto de cambiar.
[***]
En la preparatoria, un grupo de estudiantes rodeaban a un chico con lentes, su nombre era Dylan, un estudiante sobresaliente que siempre destacaba por sus buenas notas.
Los agresores se burlaban de él, golpeándolo sin piedad.
—¿Qué vas a hacer, nerd? ¿Te vas a quejar con tu mami? —se mofó uno de ellos, mientras otro agregaba—: ¿O irás con tu novia?
Dylan no respondió, parecía indiferente a los insultos y golpes. No mostraba ninguna expresión en su rostro, como si estuviera en otro mundo, ajeno al sufrimiento que estaba padeciendo. Su mirada era vacía, sin rastro de miedo o dolor.
En el grupo que golpeaba a Dylan se encontraba Lucas, el capitán de los jugadores de fútbol, quien parecía disfrutar del sufrimiento ajeno.
—¿Ya acabaron? ¡Ya me cansé de estar aquí! ¡Tengo hambre! —se quejó Matteo, un chico que estaba apoyado en un árbol, con una expresión de aburrimiento en su rostro.
—¡Tiene razón! Ya me cansé de estar golpeando a esta rata de alcantarilla —afirmó Thomás, con una sonrisa cruel en su rostro.
Pero Dylan, quien yacía en el suelo, cubierto de sangre y sin mostrar ninguna expresión de dolor, de repente habló.
—¡Esa frase no es tuya! —declaró con una voz débil pero firme.
—¿Qué es lo que has dicho? —preguntó Thomás, sorprendido por la repentina respuesta de Dylan.
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Ella es mi mundo [Corrigiendo]
AçãoAshley arrastra un pasado oscuro que la persigue sin tregua, un peso que la acecha en cada recuerdo y la atormenta con el temor a enamorarse de nuevo. Su mente es un laberinto de sombras que no puede escapar. Por otro lado, Matteo es un chico aleg...