[Capítulo 5] La presidenta

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Kiara Simpson

Mi nombre es Kiara, pero mis amigos me llaman Kira. Estoy atrapada en un infierno de oro, un colegio exclusivo donde los ricos y privilegiados, los "hijos de papá", se creen dioses solo porque tienen dinero.

Su arrogancia y falta de empatía me producen una repulsión visceral, es como si me estuvieran ahogando en un mar de hipocresía.

Y para colmo, tengo que compartir clases con la hija de un mafioso, una beneficiaria directa de la explotación y el sufrimiento de otras personas.

Su dinero está manchado con la sangre y las lágrimas de las chicas que obligan a prostituirse, es como si estuvieran bañadas en la miseria de los demás.

Me dan ganas de estrangularlos con mis propias manos, de hacerles pagar por su crueldad y su falta de humanidad.

Me siento atrapada en un mundo donde el dinero y el poder son los únicos dioses, y donde la moral y la justicia son solo conceptos abstractos, palabras vacías sin significado real.

Es un mundo que me enferma, que me hace sentir como si estuviera viviendo en una pesadilla sin fin.

Con un bufido entró a mi última clase, donde todos ya se encontraban, incluso el profesor, que con su habitual entusiasmo y experiencia, guiaba a los estudiantes a través de los conceptos clave. 

Lo bueno de ser presidenta de esta escuela es que puedo hacer lo que yo quiera, bueno la verdad es que gracias a una persona tengo este poder si se podría llamar así.

Me acomodo en mi lugar y saco mis apuntes para anotar, a mi lado se sienta uno de mis amigos, que parece estar sumido en sus pensamientos, con una mirada perdida en el vacío.

Veo sus apuntes, que están en blanco, sin una sola anotación, algo inusual en él. Me pregunto qué le habrá pasado, qué le habrá quitado la concentración. 

La clase avanza, el reloj marca implacablemente el paso del tiempo, y mi amigo sigue ausente, con la mente en otro lugar, completamente desconectado de la realidad. 

La hora está a punto de terminar, y él sigue sin reaccionar, sin tomar notas, sin participar, sumido en un silencio perturbador.

—¿Dylan, te encuentras bien? —le pregunté, incapaz de contener mi preocupación, ya que su distracción era alarmante—. ¿Qué te pasa? No pareces tú mismo.

—Estoy bien, Kiara —respondió Dylan con una frialdad que me heló la sangre, sus ojos fijos en los míos, oscureciéndose como la noche más profunda. 

Es la primera vez que lo veo de esta manera, y me deja una sensación de inquietud.

El volteó la cabeza hacia adelante, rompiendo el contacto visual que me había dejado sin aliento.

—¡Bueno, chicos! Eso es todo por hoy —anunció el profesor, rompiendo el silencio—. Que tengan un buen fin de semana.

Mientras los demás estudiantes comenzaban a recoger sus cosas, yo me apresuré a hacer lo mismo, hasta que recordé que le había prestado mi libro a Nicolás.

—Nicolás, necesito que me devuelvas el libro —le pedí, acercándome a él con una sonrisa—. ¿Puedes dármelo, por favor?

Ella es mi mundo [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora