7.

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—¿En donde?

Me encogí en mi lugar, desgraciadamente me encontraba con cuatro personas, no de la mejor manera si quisieras ser atada a una silla de pies a cabeza.

—Ya te dije que no se nada. —Solté,  un gran giro dio aquella conversación.

Cuando me quedé en la habitación de hablando con el, resulta que vivía con Tom y los demás. Al verme no dudaron en tacharme como ladrona o querer amenazar a gustav para estar encerrado en aquella habitación conmigo.

Estaba muy incomoda, además de aguantar falsas suposiciones de parte de los tres y la mirada constante de Tom, evitaba mirarlo. Lo menos que quería era hablarle.

—Chicos, Solo se quedó a dormir.... —insistió nuevamente gustav.

—No sabía que estas eran las bienvenidas, que cordiales... —Solté un suspiro mientras rodeaba los ojos.

Sentí como unas manos frías tomaban mi barbilla, un gran reloj costoso color negro tenía en frente de mi.

—¿Que hacías aquí? Pensé que quedo claro el hecho de que a mi territorio no se entra. —Hablo Tom, su vista clavada en mi, trataba de intimidarme, mal intento.

—A ti no te pareció quedar muy claro el hecho de que tampoco entraras a mi territorio. 

Me limite a callarme.

El chico con rastas negras empujó un poco a Tom cosa que este solo limito a endurecer más la mandíbula, un poco más y se le saldrían los dientes.

—Hey, perdón por esta bienvenida... estos idiotas son desconfiados. ¿Como dijiste que era tu nombre? —Empezó a desatarme las sogas de mis manos, di una pequeña risa sin mostrar mis dientes.

¿Que tenían todos con preguntar mi nombre?

—Keitana.

Soltó una risa y al momento de que me haya desatado lo empujó, perdóname Bill... pero a Ría no le gustaría saber que estoy aquí. Por instinto corro hacia la puerta mientras siento como me persiguen, en un lugar aparte de los muebles estaba mi katana, la tomé y apunte hacia los tres.

—¿Keitana? Que nombre tan... —Se detuvo y sonrió.

—Creo que tenemos algo en común con las bienvenidas cordiales, cuando quieran entrar a mi terreno a visitarme avisenme y solo encontrarán sus cuerpos o si eso logra salvarse.

Georg me empuja hacia la pared tomándome del cabello, quería inmovilizarme.

—¿Podrías callarte? —Me apretó de el cabello sin intenciones de soltarme. Con mis piernas patee su entrepierna provocando que cayera al suelo por el dolor, con mi katana hice un corte a Georg, hice una mueca parecida a una de disgusto, me deje llevar por el impulso.

Tom saco su arma igual que los demás y los disparos empezaron a resonar, abrí la puerta y salí corriendo por los pasillos, la adrenalina me hacia querer devolverme y terminar de matarlo, pero eran cuatro y quizás cuantos más. Al parecer era una mansión por que eran demasiados cuartos que parecían interminables.

Odiaba que siempre terminaramos en esto, queriendo matarnos y más quedra ponerme una bala en la cabeza si se llega a enterar de quien en verdad soy.

Baje unos largos escalones hasta terminar en lo que parecía ser un jardín en la parte trasera, habían autos y ni nombrar los gorilas rodeando el perímetro.

Al notar a los dos sujetos tape mi boca y retrocedí deseando no emitir ruido, me apoye a la pared y solté un gran suspiro de cansancio.

Digamos que no pretendía molestar a Tom, no me daba miedo verlo ni mucho menos enfrentarlo, pero en mis sueños todo es distinto, es como si su versión de hace dos años me haya dejado serios problemas de temor y rechazo, cada maldita palabra recordaba, su asquiedad y repugnancia clavada en su mirada, no hacía falta que dijera una palabra para saber que aborrecía. Quizás si es tan asqueroso como lo dice, ¿oh yo soy la que da asco?

Me escondí detrás de unos arbustos y me quedé ahí algunos segundos, sentí unos brazos anchos y fuertes tomándome desprevenida, solté un jadeo ante eso y voltee a ver al gorila que protegían el sector, enseguida reaccione y golpeé su rostro pero este no me soltó, tomó mi cabello y lo jalo hacia atrás...

—Maldito hijo de...

—Sueltala. 

Me calle al ver como el gorila me soltaba dejándome en el suelo, literalmente no podría. Sobe mi cabello y mi brazo y me levante. No sentí mi katana hasta que vi a Tom con ella, claramente el fue.

—No sabía que tratabas a todos por hijos de puta, que gran boquita.  —Pasó el filo por las palmas de sus manos admirandola como un pintor a su arte.

—Cuidado, te puedes cortar. —Exclame, el sonrió. Era un mensaje amenazador y de advertencia con el filo.

—Nunca vi una katana así de afilada y menos que se ocupará como un arma de combate... —esbozó una sonrisa viéndola.

—¿Pretendes dármela o te la tendré que quitar? —Me levante de el suelo, acercándome hacia mi katana.

Odiaba siempre estar sola con Tom.

—¿Debería? —Toma la katana y la aparta de mi.

—Si.

—Entraste a mi territorio.

Este imbecil era duro de convencer...

—Vamls viejo, ya te lo eh dicho, no seas terco. —Alce la palma de mi mano esperando recibir mi katana.

—Cuidado con eso... —observo mi mano.

—¿Que?

Sin previo aviso sentí el filo de mi katana traspasando mi mano cortandome, solté un jadeo un poco más parecido a un grito, sentí sangre fría caer de mi mano y lo miré, su mirada arrogante...

—Jamas le alces la mano al enemigo. —Tiro la katana hacia mi. —Tómalo como una pequeña lección...

Sonrió hacia mi y yo recogí mi katana en silencio, ardía como la mierda el corte pero no me atrevía a quejarme al frente de el.

—Que mierda te sucede imbe... —Hable con la voz fría, me interrumpió.

—Que no se te olvide que dañaste a uno de mis hombres, es lo de menos dulzura.  —guiñó un ojo hacia mi.

—Estamos a mano... creo. —exhale hablando con razonamiento, era sarcástico.

—Bueno si no te curas ese corte dudo que tengas manos para ese entonces... —Se burlo.

—Idiota.

Guarde mi katana y con mi mano aun sangrando salí de ese patio para entrar a la casa.

—¿Donde vas?

Note su alta compostura detrás de mi, me estaba siguiendo.

—¿Que crees? No creo que quieras matarme así que me ahorro salir por la puerta de en frente que por las cercas de el patio.

Noté como soltó una carcajada mientras yo observaba mi corte,  ya no dolía tanto pero ahora se estaba poniendo algo pálida.

—Eres una descarada, deberían revisarte eso. —Apunto hacia mi mano, se estaba burlando.

—¿En serio? Oh, Wow. De haber sabido que me iban a cortar la mano hubiera venido con medico personal y camarografos, hasta periodistas para firmar la maldita escena. —Hable con sarcasmo.

—Vamos, le diré a mi asistente que te vea eso, voy a ser considerado solo por que no quiero muertos en mi casa. —Empezó a caminar hacia las escaleras, desconocía a donde iba. Me quedé un rato parada ahi dudando si ir o simplemente largarme.  —¿Vas a subir o esperaras a que se te caiga la mano? —Volvió a aparecer asomándose en las barandas, su cambio drástico de humor fue demasiado, creo que es buena persona cuando se lo propone.

Hace unos segundos quería matarme y ahora actúa como si nada, al menos lo bipolar no se le a quitado.

𝐔𝐍 𝐄𝐑𝐑𝐎𝐑 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐃𝐎 - 𝐓𝐎𝐌 𝐊𝐀𝐔𝐋𝐈𝐓𝐙  (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora