9.

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—¿Te voy a dejar? —Ofrecio Tom mientras me observaba vestirme mientras el solo estaba vestido con sus pantalones holgados y zapatos mientras que tenía el pecho desnudo.

se veía jodidamente tentador pero Ría me mataría si no me aparecía lo cuanto antes, peor si se enterará que pase el tiempo con Tom siendo que ya sabe la verdad, Ría lo detesta y no le agradará para nada...

—No creo que sea necesario, Ría te odia. —Di una risa nasal mientras quitaba la camisa de Tom y me ponía la mía, se la lance y el la atrapó.

Se acomodo apoyándose con sus brazos en la cama, su mirada jamás dejó de escanear mi cuerpo y eso me ponía nerviosa, el me ponía nerviosa. A un no me acostumbraba a esta versión de el, se ve más maduro y más perfecto, es indescriptible.

—¿Iras caminando?

—Si así se puede decir, si. —Buscaba por el cuarto mi katana, volteé hacia el.

—¿Mi katana?

—No te vayas. —Resoplo mientras se acercaba a mi y me envolvía en sus brazos, me tomó por sorpresa ya que no recibía contacto físico desde hace mucho, dejando a un lado lo sexual.

—Tom, Debo irme... —Traté de safarme de el pero este me beso los labios y no evite responder.

—Con esto de volver a encontrarte y que estés viva me hace desear tenerte a mi lado toda la vida, no te volverás a alejar de mi lado.

Mis mejillas se pusieron rojas, siempre me ponía nerviosa y eso me molestaba por que el reía ante eso y parecía estúpida.

—Veamonos otro día. —Propuse mientras jugaba con sus trenzas.

Me soltó ligeramente y le sonreí.

—¿Cuando? —Pregunto.

—Quizás el domingo, el sábado tengo cosas que resolver y no tendré demasiado tiempo. ¿Puedes? —Toque la punta de su nariz, tenía un perfil hermoso.

—Si se trata de ti, siempre podré. —Me guiño un ojo y yo solté una carcajada.

—Entonces el domingo. —Lo bese por última vez.

—Yo invito, Si quieres te podría ir a buscar... —Susurro.

—Tom, sabes que a Ría no le agradará si nos ve juntos. —Lo tome de las mejillas tratando de que comprendiera.

—Seré discreto, Por favor. —Hizo ojitos de cachorrito, rei ante eso. Era imposible lo cuanto podría llegar a ser tierno Tom si se lo propone, jamás podré decirle no.

—Bueno, tu solo ven a cualquier hora, yo te estaré esperando.

Me aleje de Tom y vi como me entrego mi katana, la guarde en el lugar y tome un abrigo que me ofreció y salí. Mi sonrisa jamás desapareció, iba tan feliz, extremadamente feliz. Sentía mariposas y un montón de mierda cursi, era tan inexplicable que pronto vomitaria arcoiris.

Salí a la calle y me acurruque en la chaqueta de Tom abrigandome, tenía su aroma y olor a cigarrillos, extremadamente más embriagador que una botella de el alcohol más fuerte de el mundo.

Mire las calles y resople con disgusto al ver todo lo que tenia que caminar, eran casa bonitas y un sector donde se notaba que la pobreza no existía, los árboles perfectamente cortados y la acera perfectamente acomodada, autos de lujo y señoras elegantes, hace mucho que no sentía este aire tan superior, la gente me miraba raro y como no si parecía cualquier cosa.

Dejando eso de lado, sigo muy impactada por que Tom me haya descubierto y que no se haya enloquecido, miles de cosas vinieron a mi cabeza en ese momento, por poco sentí que me rompería a llorar, pero cuando me beso y que me haya dado a conocer que todo este tiempo me estuvo buscando, fue un paso hacia la realidad y un golpe de realidad, Tom jamás se olvidó de mi, nada era como pintaba Ría...

(...)

Llegue a mi departamento y abrí la cerradura, note como todo estaba en silencio e intacto. Me quite la chaqueta de Tom y entré a mi habitación, me acosté en esta y cerré mis ojos, estuve así hasta que sentí como la tela de el colchón incluyendo la cama de hundieran, abrí mis ojos rápidamente y note el cuerpo de Ría a mi lado, fumaba un cigarrillo que al parecer era un porro de mariguana. Tenía sus ojos abiertos, demasiado. Y miraba el techo en silencio.

—¿Ría? Casi me das un infarto, ¿que haces aquí? —Cuestione mientras me sentaba a su lado.

Solo se dedico a alzar sus hombros en silencio, me daba mala impresión que este fumando tanto como mariguana, se que es algo normal viniendo de ella pero a ella no le gusta eso, prefiere los cigarrillos.

—¿Donde estabas? —Hablo, su voz estropeada y arrastrada me erizo un poco la piel, no estaba en sus cinco sentidos definitivamente.

Me acerqué un poco a ella con las intenciones de ver su rostro, pero seguía así.

—Estaba resolviendo unas cosas, ¿Que mierda te hechaste? —Pregunté directamente, odiaba tanta intriga.

—Da igual, Ven. Te extrañe... —Alzó sus hombros esperando sentir mi cuerpo pero hice una mueca que pareció a una de disgusto,

—Ría, ¿Como te sientes? —Me acerqué hacia ella y sentí sus brazos rodearme con fuerza, levantó su cuerpo hacia mi abdomen y la miré confundida.

Quite cabellos de su cara y la abracé, ella enseguida apago el porro en el cenicero y empezó a llorar, como podía trataba de consolarla, no era muy buena consolando a la gente.

—Estas drogado hasta el culo. —Espete soltando una risa pero no lo veía como el momento educado así que solo me quedé en silencio para darle su espacio.

Note como soltó una pequeña risa y sonreí, estaba jodidamente drogada y no era bueno.

—Fui a una fiesta... —Se detuvo mientras me contaba. —Había un chico con el que venía saliendo hace algunos meses, ya sabes de quien hablo. Resulta que ayer en la noche había decidido proponerle que fuéramos novios ya que el nunca se atrevía por que tenia vergüenza o alguna excusa barata, como estúpida me creía eso. —Se detuvo para limpiarse las lágrimas y aclarar su voz.— Bueno, ayer estuvo muy raro conmigo toda la fiesta, en algún momento de ese transcurso lo perdí de vista y cuando fui a los baños lo vi con una chiva... .—Volvió a llorar más fuerte, yo solo estaba en silencio escuchando. —Ella era su jodida novia desde hace muchos años.—Empezó a llorar sin detenerse.

Se veía tan sensible como una pluma y tan débil que me dio tristeza verla así, Maykel, Hijo de perra, siempre me dio mala espina, esto era tan desgarrador, odiaba verla así por un hombre, se como se siente y es un dolor que no se lo deseo a nadie.

—Ría, debes calmarte, esta no es la solución... —Traté de consolarla, aun que parecía empeorarlo.

Se removio de su lugar y levanto su vista, sus ojos estaban rojos y la pupila dilatada, tenía el rimel corrido.

—¿Entonces como? ¿Como hago para que deje de doler...? —Toco su corazón mientras me miraba buscando una respuesta, no sabía que decir.

𝐔𝐍 𝐄𝐑𝐑𝐎𝐑 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐃𝐎 - 𝐓𝐎𝐌 𝐊𝐀𝐔𝐋𝐈𝐓𝐙  (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora