Mateo y Alice

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En la tienda de Joe's Market, un lugar como un OK Market, andaba sola. No hubo una gran multitud ahí ese día, había poca gente pero nada más que decir. Yo estaba en la tienda, viendo si quedaban Skittles originales para que pueda comprar para mí sola. Y sí había de las originales. Aproveché de tomar uno y me dirigí hacia la caja, donde el cajero preguntó:

"¿Eso es todo?"

Yo no supe cómo responder. Hasta que giré hacia abajo, y en el estante de vidrio, habían varios sets, cada uno con navajas automáticas. Y de las buenas. Me quedé observando las navajas, hipnotizada.

"¿Hola?" preguntó el cajero. Yo giré rápidamente hacia él, quien estaba esperando una respuesta.

"¿Cuánto cuestan?" le pregunté sobre las navajas. Él giró hacia el estante de vidrio.

"Depende de cuál vas a llevar" me respondió.

"¿Cuál me recomiendas más?" le pregunté.

"¿Para qué quieres una? ¿Quieres defenderte?" me preguntó, curioso y algo preocupado. Yo asentí con la cabeza, él suspiró. "Bueno, en ese caso, te recomendaría la navaja Ak-47: es de caza, supervivencia y buena para usar durante el campamento. También es buena para usar durante defensa personal. Pero cuidado, si llegas a matar a alguien, más te vale no decirle a nadie que la compraste en mí tienda"

"Llevaré esa" le respondí yo, de forma rápida y acelerada.

"12 mil pesos" me dijo. Y así lo hice, pagué por los Skittles y por la navaja. Me fui sonriendo de la tienda, mientras comía los Skittles que abrí segundos después de haber salido. El camino a casa fue relajado, claro, excepto por los vecinos que se pasaban insultando a cada rato, de forma ruidosa. Dos vecinos no paraban de insultarme, para luego así, insultarse entre ellos dos para así hacer el amor salvajemente en su casa.

Llegué a casa de Ricardo, y lo noté durmiendo en el sillón, con una botella de cerveza cristalizada en su mano. Vi esto por un segundo, cerré la puerta e intenté ignorarlo, caminando hacia mi pieza, cuando de repente...

"¿Por qué tardaste tanto?" dijo él, yo me congelé, y nuevamente cerré mis ojos. Giré hacia él, quien dejó de estar dormido, al parecer, lo fingió a la perfección. Me miraba con mucha atención, sonriendo de forma malvada.

"Por nada, tío" le respondí, intentando hacerlo en un tono de voz más suave que violento. Si alzaba la voz, iba a tener un castigo con el cinturón.

"¿Por nada?" me preguntó de vuelta. "Son las 3 de la tarde. Tu hora de salida es a las 1:45. Yo te conozco, Marlo, así que no me trates de idiota. Lou sigue trabajando, así que se te acabó la suerte. Ahora dime: ¿por qué tardaste tanto?"

En ese momento, ya supe que estaba muerta. Empecé a temblar. Y en ese momento empecé a pensar en las cosas desagradables que él me iba a hacer si no le respondía, o si no hacía bien las cosas. Lo peor era que Lou estaba trabajando, así que no, no había nadie para defenderme. Pensé en usar la navaja para cortarle el cuello, pero como él es más fuerte, no podía.

Y además, si lo hacía, me podrían mandar a la comisaría, hacia donde trabaja Howard y me harían sufrir de la misma manera que sufrió Marina. Así que decidí no hacer nada. Ricardo se levantó del sillón, y caminó lentamente hacia mí, en una forma más amenazante que dulce. Yo retrocedo con miedo, lentamente.

"Oye, oye, oye, tranquila, bebé" me dijo calmadamente, alzando sus manos. Sonrió aún más, y rió entre dientes. "Vamos, no tengas miedo de mí. Las sobrinas no pueden tenerle miedo a sus tíos, ¿verdad?"

Yo no le respondí. No quería hacerlo. Mi espalda llegó hacia la puerta de mi pieza. Ricardo se seguía acercando hacia mí. Puse mi mano en la manilla de la puerta, pero él agarró mi mano con fuerza, y la dirigió hacia sus labios. Besó mi mano con cautela, como si él me estuviera coqueteando o algo así. Yo estaba al borde de las lágrimas, él simplemente estaba sonriendo.

Mala Sangre Presenta: MARLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora