~ Encuentro.

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༻ Días de primavera ༺

— ¿Por qué hay tanto alboroto?— chasqueó la lengua con molestia, el pasillo en las aulas de primer año estaba repleto de gente.

— ¿Acaso lo olvidaste?— preguntó divertido el peli negro.— El profesor Yaga dijo que hoy llegaría el último alumno de primer año.— le recordaba.— Parece que todo el mundo siente curiosidad por el chico que se trago el dedo de Sukuna sin pensar y aún sigue vivo.— incluso para él resultaba algo increíble.

Sin embargo, no le fascinaba acosar a un Kōhai.

— Debe tratarse de algún niño estúpido que no comprende lo que son las maldiciones y viene aquí creyendo que es un campamento infantil.— se dio media vuelta, listo para huir a su habitación.

— Vamos, Satoru, no hables así de él sin antes conocerlo.— suspiro, quedándose en su lugar.— Puso su vida en riesgo para salvar a Fushiguro.— todo el mundo lo sabía.

— No era necesario.— bufó.— Megumi habría podido lidiar con la situación sin la intervención de ese mocoso.— soltó.

— Satoru.— lo llamó por su nombre.

— Si, si, ya se, no tienes que repetirme dos veces las cosas.— le ignoró.— Sólo digo que no estoy interesado en conocer al recipiente de Sukuna.— mencionó.

— Satoru.— volvió a decir, esta vez con un tono más serio.

— Debe ser deprimente saber que vas a ser ejecutado en algún momento de tu vida.— ahora si recordaba todo.

— ¡Satoru!— le gritó.

— ¿Qué?— volteo a verlo de inmediato, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo detrás suyo.

— Cállate ya.— suspiro con cansancio.

— Hola.— saludo con incomodidad, luego de haber escuchado todo eso.

Apenas logró huir de la multitud, Itadori Yūji quiso acercarse a Satoru para conocer a quien todo el mundo llamaba "el hechicero más fuerte".
Sin embargo, grande fue su sorpresa al oírle hablar así, aunque no lo culpaba, después de todo tenía razón.

— ¿Ah?— se quedó congelado.

No por que hubieran escuchado sus quejas infantiles... sino porque nunca había visto una belleza igual.

— Itadori... ¿No es así?— al ver la cara de su amigo, Getō intervino de I mediato.

— Así es, Itadori Yūji... me gustan las chicas como Jenniffer Lawrence.— se presentó ante el mayor.

Quien sonreía al escuchar tal cosa.

— Mucho gusto, soy Getō Suguru y él es...— no logró terminar.

— Gojō Satoru, lo sé.— le miró por un breve segundo.— El profesor Yaga me dijo que si necesitaba ayuda acudiera a ustedes.— por ello los identificaba.

— Lamento mucho que hayas escuchado todo eso, no hablaba en serio.— intento salvarlo.— Es un idiota y a veces no piensa en lo que dice.— sonreía.— Te aseguró que estaremos encantados de darte una mano.— habló.

Sabiendo que el mundo de la hechicería era muy cruel y muchos no lograban soportar la presión que ejercía la carrera.

— Te lo agradezco, Getō-senpai.— se inclinó.— Será mejor que me vaya ahora, Fushiguro debe estar buscándome.— luego de haberlo abandonado.— Hasta luego.— se despidió, levantando una mano al aire y mostrando una enorme sonrisa.

No solía guardar rencores y poco le importaba lo que otros pensaran sobre él.

Lo que había escuchado únicamente puso incómoda la situación al creer que otros lo co sideraban un estorbo para el trabajo de hechicero... algo que planeaba cambiar.

— Es totalmente mi tipo.— susurró.

Hasta ese momento Satoru por fin reaccionaba, ya que no veía esa silueta rosada cerca.
Su vergüenza era tanta, que su cerebro se detuvo por un momento y ni siquiera tuvo la oportunidad de disculparse o decirle algo más antes de que se fuera.

— ¿Qué tontería estás diciendo?— golpeó su hombro para hacerle entrar en razón.— La semana pasada dijiste que te gustaba el chico que vende helados en el centro comercial... no puedes cambiar de opinión tan rápido.— retomó su caminar, creyendo que sólo era un capricho.

Que, lejos de molestarle, a Suguru ya no le sorprendía que Satoru actuara de esa forma, ya que sabía muy bien que su mejor amigo era bisexual.

— Lo digo en serio.— rápidamente camino detrás del peli negro.

Suavizando su expresión.

— Creí que habías dicho que no te interesaba conocer al recipiente.— usa las mismas palabras en su contra.

— Eso fue antes de que se apareciera un bello ángel frente a mí.— decía.

— Eres un tonto.— se echó a reír, debía volver.

— Oye.— una vez más era insultado, aunque tampoco le importaba y sólo buscaba crear un pequeño conflicto.

Mientras que, en su mente ya se aparecían millones de ideas, cientos de planes para acercarse al nuevo Kōhai de primer año.
Necesitaba ver una vez más al dueño de esa brillante mirada dorada, no podía negarlo, su corazón bailó con fuerza al verlo tan cerca.

No obstante, ni siquiera tuvo que mover un dedo, ya que alguien más lo hacía por él, sin ser consciente.

— Que fastidio.— se quejó, aun si en el fondo se retorcía de felicidad.

Sólo dos días después, Yaga los había mandado a su primera misión juntos para que Yūji aprendiera en el campo, al lado del insufrible más calificado para enseñarle un poco.

Así como lo enviaba para mantenerlo vigilado y protegido.

— Lo siento, Gojō-senpai, intentaré no ser una carga.— se le veía nervioso, ya que su experiencia controlando energía maldita era limitada.

Agradeciendo a Nanami por enseñarle un poco antes de entrar a la escuela.

— Sólo pon atención, no me gusta repetir las cosas.— bufó.— Las maldiciones vendrán a atacarnos en cuanto sientan nuestra energía, quédate detrás de mí y no interfieras, a menos que quieras estar en medio de mis ataque, lo cual sería peligroso...— comenzó a hablar sin detenerse.

Sin embargo, la pelea mental que tenía al mismo tiempo lo que provoco que su sentido del peligro se nublara, ignorando lo que sucedía a su alrededor.

— Gojō-senpai.— le llamó, pero fue ignorado.

No quería interrumpir, pero necesitaba decirle algo.

— Te haré una demostración de control para que sepas cómo moverte...— continuaba en su mundo, creyendo que hacía un buen trabajo.

— Senpai.— volvió a intentarlo.

— No es fácil conseguirlo en tan poco tiempo, pero podrás lograrlo si me tienes a mi como tu superior...— eso le emocionaba.

— ¡Senpai!— gritó, esta vez con más fuerza.

Luego de ver cómo una enorme maldición se lanzaba sobre ellos por detrás.

Una nube de polvo los cubrió y volvió de la escena una catástrofe.

— Descuida, Gojō-senpai, ya casi llegamos con Ieiri-san.— decía mientras caminaba con la vista al frente.

En sus brazos, un aturdido y confundido Satoru aún intentaba comprender que había sucedido.
Aunque la energía maldita era un asco, su fuerza bruta y velocidad eran algo fuera de lo común, consiguiendo excorcisar a la maldición con apenas unos golpes.

Todo, mientras el mayor veía desde el suelo.

~ ¿Estás herido?

Le preguntó una vez que terminó, pero no obtuvo respuesta, el peli blanco seguía perdido.
Lo que le orilló a cargarlo para volver a la preparatoria de hechicería.

Con un rubor en las mejillas y el corazón a todo lo que iba, Gojō se daba cuenta de algo importante.

Yūji era el indicado.


~ Rody. ☬

Días de primavera [GoYuu] [UA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora