bendición y maldición (remake)

68 8 2
                                    

San Osva se retorcía de placer mientras su alma crecía bajo la luz dorada. Había reencarnado con la energía de seis mil dioses dentro de él, algo que ningún ser vivo había logrado en novecientos billones de años. Después de un tiempo, fue transportado a un lugar desconocido y entró en el cuerpo de un joven al borde de la muerte. La energía dorada envolvió su cuerpo, regenerándolo en un segundo. Sin embargo, el cuerpo no pudo soportar tanta energía y dejó de absorberla. Aun así, su alma continuaba creciendo de manera increíble.

Cuando abrió los ojos, San Osva recibió de inmediato la información sobre el cuerpo que ahora ocupaba. El nombre del joven era Su Yian, miembro del clan Yian, un clan de rango medio tirando a alto. Según sus recuerdos, Su Yian había caído en desgracia por un accidente: se tropezó y manchó a un joven de alto estatus, quien, en un arrebato de furia, lo cortó con una espada. Mientras caminaba de regreso a casa sin preocupaciones, San Osva recordó un detalle importante: ¡Había al menos 85 personas presentes cuando casi lo matan! Todos vieron cómo cayó al suelo, herido de muerte, pero luego se levantó como si nada, sin heridas, aunque con la ropa manchada de sangre. En menos de un día, todo el mundo se había enterado de este evento increíble.

De vuelta en casa, escuchó una voz resonando en su mente: —El Sistema del Dios Nube se ha enlazado al anfitrión.

San Osva suspiró, molesto con el nombre "Su Yian". Decidió rebautizarse a sí mismo como San Osva, su verdadero nombre de su vida pasada. ¿Por qué rechazar su nueva identidad? Simple: la vida de Su Yian era patética para sus estándares. San Osva se había convertido en un mercenario arrogante y petulante, alguien que, antes de morir en el ultimo momento, casi desencadena la tercera guerra mundial o incluso lo hizo pero no sabia que paso después de su muerte de todos modos, aunque seguía siendo increíble. ¿Y Su Yian? Un chico mediocre que ni siquiera se atrevía a pedir azúcar a sus compañeros. No tenía enemigos, pero tampoco amigos. Su única compañía cercana era el perro del vecino. La vida de Su Yian era tan triste que San Osva decidió que no había forma de que continuara esa existencia.

Volviendo a la realidad, San Osva se dirigió al sistema: —¿Qué haces, sistema? —preguntó con curiosidad.

Proporciono una habilidad increíble o un don, dependiendo de la suerte, junto con una desventaja, también basada en la suerte. ¿Listo? —respondió el sistema.

—Claro, adelante —dijo San Osva con entusiasmo.

Una ruleta con opciones apareció frente a él. San Osva la giró y, tras cinco segundos, se detuvo. Al leer el resultado, estalló en carcajadas: —¡Ding! El anfitrión ha obtenido el don: Inmortalidad de alto nivel.
Descripción: A partir de los 24 años, el anfitrión no envejecerá, se regenerará instantáneamente si es herido, no necesitará comer ni beber, y será inmune a sellos.

—¡Inmortalidad de alto nivel! —rió San Osva, pero su risa se detuvo de golpe cuando una nueva ruleta apareció, esta vez para determinar su desventaja. La giró, y tras cinco segundos, su expresión cambió.

Desventaja obtenida: Karma de 9 mil mundos. Los 9 mil mundos te detestan y aborrecen. La energía espiritual en tu interior se volverá caótica. Estás destinado a quedar estancado en la etapa de Refinación de Ki.
Desventaja pasiva: "Sin mejora". No importa lo que comas o bebas, no mejorará tu fuerza ni tu talento.

San Osva quedó estupefacto, maldiciendo: —¡¿Qué es esta desventaja de mierda?! ¡Incluso viene con una habilidad pasiva¡

Al día siguiente, cinco guardias tocaron a su puerta con semblantes serios: —El clan Tugen desea hablar contigo, Su Yian.

San Osva, molesto, respondió con frialdad: —No soy Su Yian, soy San Osva.
Les cerró la puerta en la cara, pero los guardias volvieron a llamar, sorprendidos por su actitud.

—San Osva, el clan Tugen quiere hablar contigo —repitieron.

—Está bien, déjenme ponerme mis zapatos —respondió con desdén.

Mientras se vestía, pensó en el clan Tugen, el segundo clan más poderoso de la ciudad de Lia Nozu. Eran una organización extremadamente autoritaria que extorsionaba a civiles y cultivadores errantes. "Matones y ladrones con título de clan," pensó San Osva, y por el simple hecho de que habían ido a su casa, ya los despreciaba. Sin más, lo llevaron a la sede del clan, donde fue llevado a una sala con varios ancianos importantes. Sin ceremonia alguna, San Osva se sentó, cruzando las piernas y poniendo los pies sobre la mesa. Con una mirada arrogante, soltó:

—Digan lo que tengan que decir. Me importa una mierda.

Uno de los líderes del clan Tugen, furioso, gritó: —¡Su Yian! ¿Cómo te atreves a comportarte con tanta arrogancia en mi clan?

San Osva, imperturbable, replicó: —No soy Su Yian, ahora soy San Osva, viejo decrépito.
Y mostrando su dedo medio, añadió: —Rápido, terminen lo que tengan que decir. Tengo que volver a mi cama, lo cual es infinitamente más importante que estar aquí.

La tensión en la sala era palpable, y un miembro del clan, lleno de ira, saltó sobre San Osva: —¡Gusano arrogante! ¡Mereces morir por insultar nuestra dignidad!

el miembro del clan destrozo el cuerpo de San Osva en un instante, pero para su sorpresa, este se regeneró por completo, aunque su ropa quedó hecha jirones. Con una expresión de asco, San Osva murmuró: —Incluso arruinaron mi traje... Qué gente tan desagradable.

Cuando intentó irse, tres miembros del clan lo detuvieron. Con un suspiro, San Osva preguntó: —¿Qué quieren saber de mi, ancianos decrépitos?

Frunciendo el ceño, uno de los ancianos preguntó: —¿Cómo lograste regenerarte, Su Yian?

San Osva, ya molesto, respondió con burla: —Dejen de llamarme así, malditos insectos.

Furiosos, lo volvieron a destrozar, pero una vez más, San Osva se regeneró, ahora con una sonrisa arrogante en su rostro: —Me llamo San Osva, el inmortal —se señaló a sí mismo con orgullo.

Los ancianos, intrigados, preguntaron de nuevo: —¿Cómo lo hiciste?

San Osva mintió descaradamente: —Me comí la Pera Divina de los Cinco Elementos en la mina del Dragón Sagrado de un millón de años.

Los ancianos, impresionados, no dudaron en creerle, y San Osva salió del lugar como si nada hubiera pasado. Mientras caminaba por las calles, mirando su ropa hecha trizas, frunció el ceño y murmuró: —¿Y ahora cómo haré para ganar dinero?

Perdido en sus pensamientos, San Osva continuó caminando por la ciudad.

SOY INMORTAL  PERO NO PUEDO SUPERAR LA REFINACION DE KIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora