⋆ ᴅɪᴀ ᴛʀᴇꜱ: ᴍɪ ᴄᴇʟᴅᴀ ⋆

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Abrí los ojos con lentitud, sintiéndome desorientada y confundida. Algo había cambiado en la habitación, podía sentirlo. Al intentar moverme, noté que mi espacio se había reducido considerablemente.

Miré a mi alrededor con cautela y efntonces lo vi: una extraña planta había crecido de manera descontrolada, dividiendo la habitación y creando una pequeña celda a mi alrededor. Las gruesas enredaderas se entrelazaban formando una barrera casi impenetrable.

Contuve el aliento, observando con horror cómo esta extraña vegetación parecía haber sido manipulada para mantenerme encerrada. Me acerqué a los tallos, tanteándolos con cuidado, pero eran duros y resistentes. Sería inútil intentar romperlos.

Entonces, mi mirada se posó en Edgar, que se encontraba sentado en una silla al fondo de la habitación, de espaldas a mí y aparentemente leyendo un libro. Me pregunté si él había sido el responsable de esta trampa vegetal.

—Edgar... —lo llamé, con voz temblorosa.

Él se giró lentamente, dedicándome una sonrisa tranquilizadora.

—Ah, Colette. Veo que has despertado —dijo, cerrando el libro y poniéndose de pie.

Se acercó a la barrera de plantas, observándome con una expresión serena.

—¿Qué... qué es todo esto? —pregunté, sintiendo el pánico apoderarse de mí—. ¿Por qué me has encerrado aquí?

Edgar extendió una mano, acariciando suavemente uno de los tallos.

—No te preocupes, Colette. Esto es solo una pequeña precaución para mantener tu seguridad —explicó—. Esa planta ha sido especialmente cultivada para crear una celda a tu medida. Considéralo tu propio espacio personal.

Fruncí el ceño, sin poder creer lo que estaba escuchando.

—¿Mi propio espacio personal? ¿Acaso no entiendes que estoy prisionera aquí? —exclamé, sintiendo la desesperación apoderarse de mí—. ¡Quiero salir! ¡Déjame ir!

Edgar suspiró, negando con la cabeza.

—Lo siento, Colette, pero eso no es posible —dijo con firmeza—. Eres demasiado valiosa para nosotros como para dejar que te escapes. Tenemos planes muy importantes para ti.

Me estremecí ante sus palabras, sintiendo cómo el miedo se apoderaba de mí.

—¿Planes? ¿De qué están hablando? —pregunté, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar de mis ojos—. ¿Qué TANTO quieren hacerme?

Edgar se acercó más a la barrera de plantas, mirándome con una expresión que pretendía ser comprensiva.

—Tranquila, Colette. No tienes de qué preocuparte. Mientras cooperes con nosotros, nada malo te sucederá —dijo, en un tono que pretendía ser tranquilizador—. Simplemente queremos estudiar tus habilidades especiales y ver cómo podemos aprovecharlas.

—¿Habilidades especiales? —repetí, confundida—. ¿De qué estás hablando?

Edgar sonrió, como si disfrutara de mi confusión.

—Oh, vamos, Colette. No me digas que aún no te has dado cuenta —dijo, con un tono casi burlón—. Tú eres única, ¿sabes? Posees un don que nos resulta... fascinante.

Tragué saliva con dificultad, sintiendo cómo el miedo me oprimía el pecho.

—¿Qué quieres decir? —pregunté, con voz temblorosa.

Edgar se acercó más a la barrera, quedando a solo unos pasos de mí.

—Dime, Colette, ¿has notado algo... diferente en ti últimamente? ¿Algo que te hace especial, algo que otros no tienen? —preguntó, con una mirada penetrante.

⋆ 𝐃𝐫. 𝐄𝐝𝐠𝐚𝐫 ⋆-⋆ 𝐄𝐝𝐥𝐞𝐭𝐭𝐞 ⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora