PROLOGO

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Las luces de Las Vegas, con su brillo incesante y promesas de fortuna, iluminaban el cielo nocturno mientras la multitud se arremolinaba en los casinos, buscando suerte entre cartas y fichas. Lingling Kwong, una corredora de Fórmula 1 Academy, no era ajena a la adrenalina, pero esta vez no se encontraba tras el volante. Aquella noche, había decidido dejar atrás las pistas y sumergirse en la vorágine de la ciudad que nunca dormía, buscando un respiro en medio de su implacable carrera hacia la gloria.

El destino, sin embargo, tenía otros planes.

En un exclusivo casino, bajo el parpadeo intermitente de las luces de neón, Lingling se cruzó con Orm Kornnaphat, una mujer elegante y segura de sí misma, esposa de uno de los dueños de la escudería más poderosa de la temporada. No hubo necesidad de palabras cuando sus miradas se encontraron; la chispa entre ellas fue inmediata e inevitable.

Horas después, en la intimidad de una suite lujosa, ambas yacían entrelazadas, con el silencio roto solo por el susurro de la ciudad que seguía su curso fuera de aquellas paredes. En la penumbra, mientras acariciaba suavemente la piel de Lingling, Orm dejó escapar una pregunta que, aunque inocente, encerraba una verdad que podría desmoronar el breve hechizo de la noche.

—Dime, ¿eres corredora? —la voz de Orm era suave, casi una caricia.

Lingling mantuvo la mirada fija en el techo, su corazón acelerado no por la pregunta, sino por el riesgo que corría con la verdad. Sabía que su vida en las pistas estaba rodeada de riesgos, pero ninguno tan grande como el que presentaba aquella mujer. Con una leve sonrisa que apenas llegaba a sus ojos, negó con la cabeza.

—No, solo soy una turista más —respondió, su voz serena, oculta tras una máscara que había aprendido a llevar tan bien.

Orm no insistió, dejándose llevar por el momento y el calor de la cercanía. Las horas avanzaron, y finalmente, ambas se entregaron al sueño, con el peso de una verdad oculta entre ellas.

Pero cuando los primeros rayos del sol comenzaron a filtrarse por las cortinas, Orm despertó y se encontró sola en la cama. Lingling se había ido, dejando tras de sí solo el eco de una noche fugaz y el misterio de una mujer que no se atrevió a revelarse completamente.

Orm se levantó, observando la habitación en silencio, sintiendo la ausencia de Lingling como un vacío inesperado. El olor a su perfume aún flotaba en el aire, pero ella había desaparecido como un espejismo, dejando a Orm con más preguntas que respuestas, y una sensación de que aquella no sería la última vez que sus caminos se cruzarían.

En el mundo de la Fórmula 1, donde las vidas giran tan rápido como las ruedas en la pista, el destino suele jugar sus propias cartas. Y la partida entre Lingling Kwong y Orm Kornnaphat estaba apenas comenzando.

Pistas Crizadas | LingOrmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora