capitulo 1

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El rugido de los motores se había extinguido, y el circuito de Fórmula 1 estaba envuelto en una mezcla de sudor y aceite mientras los últimos rayos del sol caían sobre el asfalto. Lingling Kwong, sudorosa pero triunfante, se encontraba frente a un grupo de reporteros, el micrófono en la mano y una sonrisa de satisfacción en su rostro. Había ganado la carrera, un logro que la acercaba un paso más a su sueño de convertirse en una piloto de renombre en la Fórmula 1.

Mientras respondía a las preguntas de los periodistas, su mente parecía divagar por un breve instante. Entre las felicitaciones y las preguntas, vio a Orm Kornnaphat al otro lado del área de entrevistas, de pie junto a Carlos, uno de los propietarios de la escudería McLaren. El rostro de Orm, enmarcado por una elegancia que desbordaba incluso en medio del bullicio del paddock, le resultaba familiar. Un leve recuerdo de una noche en Las Vegas flotó en la mente de Lingling, un recuerdo que intentó apartar con rapidez.

-¿Lingling, qué piensa de su victoria hoy? -preguntó el entrevistador, sacándola de su ensueño.

Lingling centró de nuevo su atención en la entrevista, respondiendo con entusiasmo y sinceridad sobre la carrera, sus estrategias, y su equipo. A medida que la conversación avanzaba, la presencia de Orm y Carlos en el fondo se desvaneció de su mente, reemplazada por la emoción del momento.

Una vez terminada la entrevista, Lingling se dirigió al vestuario para cambiarse. La ropa de carrera y el sudor acumulado pedían a gritos un cambio, y la necesidad de relajarse un poco antes de la siguiente ronda de compromisos la hizo apresurarse.

Al salir del vestuario, aún con el cabello enredado y la mente en una mezcla de euforia y cansancio, Lingling chocó inesperadamente con Orm. Ambas mujeres se detuvieron en seco, sus miradas encontrándose en un breve pero intenso intercambio de emociones no expresadas. El instante se prolongó un par de segundos, como si el tiempo mismo se hubiera detenido para observarlas.

-Perdona -dijo Lingling, apartándose con rapidez y tratando de recuperar la compostura.

Orm asintió con una sonrisa ligera, pero antes de que pudiera decir algo, Carlos apareció junto a ellas.

-Ah, qué casualidad encontrarlas aquí -dijo Carlos, con un tono afable. -Lingling, ¿te conoces con Orm?

Lingling y Orm intercambiaron miradas antes de negar al unísono.

-No, no hemos tenido el gusto -respondió Lingling, intentando sonar natural.

Carlos sonrió ampliamente, como si hubiera pensado en algo interesante.

-Entonces, aprovechemos la oportunidad para arreglar eso. ¿Qué les parece si vamos a cenar juntos? Tengo algunas ideas sobre un posible asiento para Ling en McLaren, y creo que una conversación tranquila sería lo mejor para todos.

Lingling miró a Orm, notando que la invitación de Carlos parecía ser una oferta de buena voluntad y, quizás, una oportunidad valiosa para avanzar en su carrera. Asintió con una sonrisa.

-Claro, sería un placer.

Orm la miró con curiosidad y una pizca de reconocimiento en sus ojos, pero no dijo nada. Juntos, los tres se dirigieron a la salida del circuito, dejando atrás el bullicio y adentrándose en una noche que prometía no ser tan ordinaria como parecía.

El restaurante al que Carlos había elegido llevarlas era uno de los más exclusivos de la ciudad, conocido por su ambiente elegante y su menú sofisticado. Las luces tenues y la decoración de tonos cálidos creaban una atmósfera de tranquilidad, un contraste perfecto con la adrenalina y el bullicio del circuito.

Carlos, siempre el caballero, abrió la puerta para que Ling y Orm entraran primero. A medida que avanzaban hacia la mesa reservada, Ling no pudo evitar sentir un leve nerviosismo. Sabía que esta cena no era solo una simple cortesía; era una oportunidad crucial para su carrera. Orm, caminando a su lado, no decía nada, pero Ling podía sentir su presencia como un eco persistente de aquella noche en Las Vegas que trataba de mantener en el pasado.

Pistas Crizadas | LingOrmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora