Lentamente abro mis ojos, la oscuridad de aquella habitación solo era interrumpida por los escasos rayos de luz mañanera que se colaban por de bajo de la puerta por aquel pequeño pasillo. Umi a mi lado aún conciliaba el sueño profundamente.
Bostezo estando aún adormilada.
Recuerdo claramente lo sucedido en la noche anterior, me siento sobre aquella cama improvisada de colchones esponjados. Mi mirada se desvía hasta Lucían, unas pequeñas sombras negras adornan su rostro, recién me doy cuenta de la palidez de su piel. No debí dejarlo solo ayer en la noche, seguro debe de estar cansado.
Dejaré que duerman un poco más.
Me levanto lentamente y estiro mi cuerpo sin hacer mucho ruido. Me duelen algunos músculos, de pequeña solía ser una niña activa y que le encantaba jugar. Ya quisiera seguir conservando esa energía característica de un niño. Ahora me culpo por haber sido una adolescente con mucho flojera como para no mantener una buena condición física.
Observo nuestras mochilas que están apartadas en un rincón. Camino hasta ellas y me pongo de cuclillas. La comida estaba en la de Umi, por lo que veo lo que puede considerarse un desayuno decente para los tres. Aunque a estas alturas con tal de tener las suficiente energía para no desfallecer es lo primordial.
── Buenos días ── dijo Umi, mientras levantaba su trasero de la cama improvisada.
Estuve a punto de decir que hiciera silencio ya que Lucían seguía durmiendo. Para mi sorpresa al girar mi rostro los ojos de aquel chico estaban abiertos y puestos en mí.
── Buenos días ── respondió Lucían cortésmente.
Luego de varias presentaciones por parte de ambos. Umi me apartó y empezó a registrar la bolsa.
── Muy bien, para el desayuno tenemos ── una pequeña risita se escapó por sus labios ── ¡Zanahoria! ── entonó emotivamente.
── Muchas gracias ── dijo Lucían recibiendo su zanahoria.
── Es mejor que nada ── recibí mi zanahoria y le di una mordida.
Umi se sentó nuevamente en la cama improvisada, y justo a su lado yo lo hice.
── ¿Cuál será nuestra próxima parada? ── preguntó Umi mientras mordía su zanahoria.
── Aún no lo he decidido ── dije concentrada degustando mi desayuno.
── En tal caso me podrían acompañar ── habló Lucían dirigiendo una mirada a ambas.
── ¿Uh? ── contesté.
── Antes de encontrarme con Lea, me separé de mi hermano gemelo por un grupo de zombies. Antes de alejarnos más decidimos encontrarnos en el puente que da entrada a la ciudad Zafiro ── dijo Lucían.
── Vamos contigo ── contestó Umi al instante.
Estuve pensando por un instante bajo la intensa mirada de ambas. Finalmente di un suspiro y terminé de comer mi zanahoria.
── De acuerdo, vamos contigo ── di mi afirmativa.
Después de todo no teníamos nada que perder. Éramos solamente unas adolescente que caminaban sin rumbo en medio de un mundo apocalíptico.
── Muy bien, partimos enseguida. Preparen sus cosas chicas ── nos dedicó una pequeña sonrisa.
La luz del sol nos dió de golpe en la cara, a este paso el dolor de cabeza llegaría más rápido de lo que esperabas. Me adapte a la luz del día y mis ojos percibieron lo nunca antes vistos. Cuerpos desgarrados hasta el hueso, sangre por todos lados y uno o dos zombies aún rodaban por el lugar. No pudimos dar un paso fuera, uno de ellos estaba en la entrada devorando los restos de un cuerpo, antes de que este se diera cuenta de nuestra presencia, Lucían reaccionó rápidamente e incrustó su hacha en el centro de su cráneo. El segundo caminaba a un paso medio apresurado pero aún así era lento, emitiendo un sonido desgarrador. Mis ojos solo percibieron la velocidad en la que aquel chico se deshizo de aquel zombie en cuestión de breves segundos.
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Hasta El Último Latido
Ciencia FicciónLuego de irse a dormir, Lea ha despertado pero el lugar que sus ojos perciben no se parecen en nada a las paredes de su habitación. Junto a su amiga Umi emprende un viaje de supervivencia en aquel mundo de devastación. Hasta que sus corazones emitan...