CAPÍTULO 11

6 2 0
                                    

EL BUFÓN MENTIROSO

Al otro lado de la plaza, oí el bufido de Kilian. Fantástico, estaba evitándome en un reino desconocido. Perfectamente, podrían pasar miles de accidentes y no nos daríamos cuenta porque el ingenioso semidios había decidido enfadarse en ese instante. Si lo que quería era perderme de vista, obtendría justamente lo contrario.

- ¡No pienso parar de molestarte hasta que respondas! – chillé con todas mis ganas y paseé por todos los caminos gritando su nombre. - ¡Kilian! ¡Kilian! ¡Kilian! ¡Semidios del engaño! ¡Bufón mentiroso!

Su ignorancia me desbordaba. Estaba a punto de seguir gritando cuando una punzada en la espalda me obligó a retroceder. De nuevo, una voz acaparó mis oídos y conforme avanzaba, se hacía más resonante. Para cuando me quise dar cuenta, había dejado atrás el poblado y en frente de mí yacía un frondoso bosque. Y en el interior de este, algo me llamaba.

Di un paso dentro del bosque, cuando una mano me agarró del brazo. Me tropecé por el sobresalto con mis pies y habría caído de culo de no ser por los reflejos de Kilian. Su mano se ciñó sobre mi muñeca y tiró de ella para estabilizarme.

- Dejaste de gritar. Pensé que te habían secuestrado o algo. La próxima vez que quieras dártelas de aventurera, hazme un favor y avisa. – su tono parecía enfurecido, aunque no se correspondía a su ronca voz que transmitió preocupación.

- Lo que tú digas.

Mi atención seguía centrada en el bosque. Al menos, Kilian no me detuvo y siguió mis pasos.

- ¿Puedes decirme de una vez a dónde vas? – quiso saber.

- A donde no te vea.

- ¡Au! – fingió estar dolido llevándose una mano al pecho.

Con cada paso, nos adentrábamos más en el misterio y mi espalda gritaba más y más. Procuré esconder mis muecas de dolor, aunque ya Kilian me había descubierto en un par de ocasiones. Al parecer, decidió dejarme en paz y no me hizo ninguna pregunta.

Al final, la concentración de árboles se dispersaba en un punto específico donde destacaba una gran cueva. No era de gran dimensión, ya que se localizaba en medio del bosque y los árboles la rodeaban. Pero lo suficiente para que acaparara mis sentidos.

Repentinamente, todo desapareció. Ya no había voces cruzadas entre sí y los músculos de mi espalda se relajaron.

- Acogedora. – mencionó Kilian.

Lo miré descaradamente con una cara de desagrado.

- Si has terminado tu expedición, ¿podemos volver ya? Seguramente ya no estén esperando.

- Curioso, cuando hace cinco minutos me estabas ignorando por todo el pueblo. – le rebatí con los ojos entrecerrados.

- No seas exagerada, sabía que estabas bien porque no dejabas de molestar.

- ¡Ah, bueno! Perdón que te incordie mi presencia. ¿Por qué no te largas de aquí y así no te fastidio más?

- Una oferta tentadora.

- ¡Pues márchate! Eres un experto en dejar a la gente atrás.

Eso último lo expulsé sin pensar. Y mis palabras parecieron impactarle a Kilian como un disparo, porque toda la burla se desvaneció. Su pecho se elevó, todo su cuerpo se puso en tensión y cerró los puños llenos de rabia. Incluso me percaté de que había tensado la mandíbula, acto que solo hacía cuando estaba muy cabreado.

A pesar de su reacción, no fue como otras veces. No tuve miedo. Porque desde hacía muchas veces, sentí que no estaba conversando con un semidios del engaño. Fue como si el Kilian a quien conocí en mis peores días regresara. Solo en una fracción de segundo, reconocí esos ojos grises que me abrazaron en su día.

Eclipse de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora