CAPÍTULO 14

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¿JUEGAS A MENTIR, LEYLA?

Pasé de largo el esbelto cuerpo de Kilian y entré en la habitación. Casi pude presenciar las quejas de Enzo y Devon. Sin duda, sería una larga noche.

La habitación, por si fuera poco, solo tenía una cama. En frente de ella, había una pequeña cómoda de madera donde dejamos nuestras cosas como la espada y las bolsas. Al fondo, unas sedosas cortinas azul marino se desprendían del techo. Las abrí para echar un ligero vistazo al exterior, en la ciudad donde las luces de colores resplandecían tanto que casi no se apreciaba la oscuridad de la noche.

No me atrevía a siquiera girarme, porque sabía que Kilian estaba plantado justo detrás de mí.

- Voy a darme una ducha. – me anunció.

Oí la puerta cerrarse, y al poco tiempo, el agua empezó a correr.

Por fin, en todo el día, respiré profundamente sintiendo el oxígeno entrar y salir de mis pulmones. A mí también me venía de lujo una refrescante ducha, por lo que preparé un vestido más cómodo para dormir y me recogí el cabello en un despeinado moño.

En cuanto escuché el pomo girarse, mis ojos se centraron en el suelo y el recorrido de mis pies hacia el baño. Antes de cerrar, alcé la vista y me topé con la desnuda espalda de Kilian, quien se estaba cambiando de camisa. A pesar de un par de heridas cicatrizadas, destacaba la amplitud y suavidad de su piel.

Drásticamente, pegué un portazo y sacudí la cabeza.

El diminuto chorro de agua que descendió desde mi cabeza. Cerré los ojos y sentí cada roce de la sustancia trazar ligeros y estrechos caminos por mi piel. Cada vez que se incrustaba en una reciente herida, sentía el escozor clamar por mi organismo. Y a la vez que dolía, se sentía placentero recibir dolor sabiendo que no corría peligro.

Luego de varios minutos de relajación, me sequé y me vestí. Con respecto a mi cabello, lo desenredé con mis dedos hasta finalmente dejarlo caer por mis hombros.

Salí de la habitación, regresando al mundo real. Y la tranquilidad que me costó minutos conseguir, se tornó en una rabia inexplicable.

- ¿Qué estás haciendo? – exclamé, furiosa.

Kilian se encontraba tendido en la cama, con la cabeza apoyada en la almohada y las piernas cruzadas.

- Dormir. Acaso no lo ves. – me respondió sin abrir un ojo. Tras mi silencio, este se dignó a dirigirme la mirada y me regaló una maliciosa sonrisa. - ¿No pensarás que voy a dormir en el suelo solo para darte tu espacio?

- No pienso dormir a tu lado.

- Entonces, ahí tienes el suelo.

Apreté los puños con rabia. No iba a permitir que Kilian se saliera con la suya. Así que tuve una idea. Mi plan consistió en colocar las espadas y bolsas en el centro de la cama, para trazar una línea de separación. Este, contempló expectante mi acción con una ridícula sonrisa de diversión.

Sin decir una palabra más, me tumbé dándole la espalda.

- ¿Esta es tu maravillosa solución? – me dignificó Kilian.

- Como te atrevas a cruzar la raya te juro que...

- Me matas. Vaya sorpresa.

- ¿Te puedes callar de una vez y dormirte? – protesté.

Me llevé el extremo de la colcha que cubría mi cuerpo al oído para evitar su voz. Aunque fue inevitable, porque Kilian se había propuesto sacarme de quicio y lo estaba consiguiendo a la perfección.

Eclipse de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora