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"Procedamus in pace,
In nomine Christi, Amén"

La perrita rescatada por ambos individuos estaba siendo llevada a la veterinaria más cercana. Angéle dudaba en dejar ahí a la canina en vez de llevarla a la catedral, pues los veterinarios procuraban más a los animales de granja y de trabajo, como caballos, vacas, ovejas y otros animales utilizados en la agricultura. Los únicos perros atendidos eran los que trabajan para la guerra, de rescate y salvamento, guías y mensajeros, los que les restaban importancia en ciertos establecimientos eran los callejeros.

Angéle tenía un poco de conocimiento gracias a que ella en su niñez llegó a ayudar en una granja administrando los cultivos y cosechas del lugar, una que otra vez aportaba apoyo en la ganadería, así ella aprendiendo sobre curar heridas y hasta cómo sacar un bebe en hora de parto. Más no quiso reprochar nada, Norman se había ofrecido en todo lo que se tratase de la perrita junto su tratamiento y cuidado, ahora si ella solo se limitaba a aceptar.

Cislo aparcó el auto fuera de la veterinaria, salió del auto y abrió la puerta de Norman, este se dirigió a la cajuela del vehículo abriéndolo para poder sacar a la canina con ayuda de su chofer.



— Regresó en unos minutos. — aviso por la ventanilla de Angéle, asintió las órdenes del germano, este mismo abandono el lugar.


Lo único que ella tenía en mente eran dos cosas: que pudieran ayudar a la perrita y no llegar tarde a la misa del arzobispo. Angéle era muy puntual si se trataba de las misas del mencionado, tenía la labor de participar en el coro, o a veces dar lecturas de las escrituras — excepto el Evangelio —, hoy no le tocaba proclamar las dichas, solo cantaría los himnos litúrgicos en los momentos donde debería de.

Trató de hacer memoria de lo que tenía que cantar en cada tiempo, pero el pensamiento la detenía haciéndola repetir todo desde cero, cada fallo que tenía más frustrante se volvía, tenía muchas cosas en mente que la distraían por completo de las cosas que tenía que hacer.

La principal razón fue quien la despertó de la nube de ideas que se había formado.



— Dicen que tendrá que estar unos días en la veterinaria, — cerró la puerta del auto. — que al momento de recogerla debemos traerla cada semana a checar sus heridas.

— ¿Tuvo heridas graves?

— Pues una de sus patas delanteras está rota, las heridas iban a comenzar a infectarse, me comentaron que era un milagro que fuera revisada hoy, sino comenzaría con complicaciones serias.



Angéle asintió, se sentía fatal por el estado del animal, al menos ya estaba siendo atendida por buenas manos, o eso quería pensar. Además no creía que aquel hombre al lado suyo la llevaría a un lugar de gente mediocre.

Inhalo y exhalo profundamente. Sus cuerdas vocales parecían demasiado fatigadas como para poder modular algo. Estaba completamente atónita y sentía un gran rechazo hacia aquellos hombres responsables de todo esto. Atacar a la humanidad era una cosa, pero agredir a los animales era obra de personas sin corazón.

Se sintió ansiosa cuando Cislo avanzó la ruta hacia la catedral, no quería dejarla sola allí, pero sabía que, al tratarse de expertos en su labor, no podía oponerse. Se tranquilizó un poco al observar las calles por las que pasaban; raramente se tomaba el tiempo para hacerlo, siempre estaba concentrada en evitar que algún germano la molestara.
Nadie habló durante el trayecto, lo que le permitió concentrarse en lo que veía y disfrutar del suave murmullo de la radio.

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⏰ Última actualización: Sep 15, 2024 ⏰

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