18.

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El sol calentaba su cuerpo. Félix se encontraba entre un puñado de brazos y piernas. Suspiró, admirando el rostro pacífico de Hyunjin a su lado, quien también suspiraba con tranquilidad. Su rostro adormilado y su cabello negro estaban alborotados, como siempre solían estar.

Sonrió.

Félix movió su cuerpo y un latigazo de dolor en su zona baja lo invadió. Bajó la mirada hacia su parte inferior; sus piernas aún temblaban. Frunció el ceño al recordar cómo la noche anterior, mientras dormían, su lobo le había rogado a Hyunjin que lo penetrara con sus dedos de nuevo, y este no se había quejado.

Félix negó con la cabeza y observó el paisaje a lo lejos. Aunque su paz no duró mucho, un brazo se enrolló en su cintura con una delicadeza inhumana y lo atrajo con facilidad hacia un pecho fuerte y grande. Félix gimió al terminar en cuclillas sobre el abdomen firme de Hyunjin.

Félix se removió nervioso y vio que Hyunjin se enrojecía. ¿Acaso Hyunjin estaba avergonzado?

—Si me siento así sobre ti, te ensuciaré —dijo Félix entrecortadamente, bajando la mirada hacia el abdomen.

Hyunjin sonrió —¿Me ves cara de que me importe?

Félix bufó. Otra vez el mismo amargado de siempre.

—¿Nunca cambiarás, verdad? —Félix rió de oreja a oreja. Las manos de Hyunjin se colocaron en su cintura y la acariciaron. —Debemos volver —agregó el omega.

Hyunjin negó con voz ronca —Es temprano, y dudo que quieras volver ahí, pecas.

"Pecas..." Félix llevó su mano a su mejilla, seguro de que se había sonrojado aún más. De alguna manera eso le preocupaba, confiar en Hyunjin. ¿Cómo podía estar seguro de no salir lastimado? Mierda.

—Pero debo hacerlo. No volver me causará más problemas, y es lo último que quiero ahora —Félix intentó ponerse de pie, pero los grandes brazos de Hyunjin no se lo permitieron. Félix gimió cuando, en un abrir y cerrar de ojos, el cuerpo grande se encontraba sobre él.

—Iremos solo si obtengo un beso —rogó el alfa. Sus penetrantes ojos se relajaron y un puchero falso se formó en su rostro. Félix giró los ojos, pero aceptó. Acercó su rostro con sigilo, las manos de Hyunjin se dirigieron a su cara, y sus labios se unieron en un beso desesperado y embriagante. Félix gimió.

—¿Ahora nos iremos? —cuestionó entrecortadamente.

—¿Irnos? ¿Acaso no ves lo que me provocas con un simple beso? Estoy en desventaja contigo —Hyunjin habló con voz ronca. Félix permaneció en silencio, notando el inicio de su erección. Y, por mucho que le hubiera gustado ayudarle, debían volver.

—Bien, sube al auto. Yo iré enseguida.

Félix asintió y cubrió su cuerpo con la camisa que Hyunjin había usado el día anterior, una camisa simple sin mucho estilo. Pero Hyunjin estaba seguro de que Félix la hacía lucir como la mejor prenda del mundo. El largo de la camisa lo hacía parecer un vestido.

—¿Quieres vestirte así siempre? A mi me vendría bien —Hyunjin sonrió de lado al entrar al auto.

Félix apretó la mandíbula. Y sin siquiera poder evitarlo, sus ojos viajaron peligrosamente hasta el pecho desnudo de Hyunjin. Sus abdominales, mierda. Odiaba elogiarlo tanto, pero podría vivir en su abdomen toda la vida.

—Y tú podrías no llevar nada, y entonces lo aceptaría —Félix se dejó caer sobre el asiento, elevando sus pies sobre la guantera, dejando ver sus largas piernas. Hyunjin le siguió con la mirada.

—Tienes suerte de que debamos volver ahora —el rugido del motor dejó su frase en el aire. Félix se relajó el resto del camino, y sin poder evitarlo, esa estúpida sonrisa se mantuvo en su rostro.

Mellizos Lee | hyunlix au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora