22

1.1K 190 69
                                    

POV Felix

Me removí entre las sábanas, dejando mi cuerpo al descubierto. Mis piernas estaban enredadas entre ellas y mi cabello completamente alborotado. Deslicé mi mirada por la habitación, deteniéndome ante la imponente figura junto a mi escritorio, quien terminaba de abotonarse cuidadosamente la camisa.

Me mordí el labio. Hyunjin me observó y me dio una sonrisa ladeada que hizo que mis piernas temblaran y el deseo se apoderara de mí.

— Buenos días, ricitos —murmuró con esa voz ronca que parecía hecha para provocar.

No era como si estuviera en celo, lo sabía bien, pero había algo en él, algo en la forma en que su presencia llenaba el cuarto, que me afectaba más de lo que quería admitir.

Le devolví la sonrisa y reí.

— ¿Nadie te vio entrar?

Hyunjin soltó la camisa y sus ojos oscuros se deslizaron lentamente por mi cuerpo, recorriéndome con una mezcla de admiración y algo más, algo que me encendía — Fui cuidadoso —susurró— Ni siquiera tú notaste cuando entré.

Era verdad. Hace unas horas había decidido esperarlo después de nuestra divertida conversación por teléfono, pero sin siquiera darme cuenta, había caído rendido.

Asentí sin decir nada, mientras me levantaba con descaro de la cama. Caminé hacia él, mi cuerpo a solo unos centímetros del suyo. Extendí la mano por encima de su hombro para tomar la coleta que descansaba sobre el escritorio y recogí mi cabello, sintiendo su mirada fija e intensa sobre cada uno de mis movimientos.

Decidí volver a la cama, pero antes de poder girarme, él ya me tenía contra su cuerpo. Me tomó de las caderas con fuerza y dibujó perezosos círculos sobre ellas. Jadeé ante su tacto. Me elevé sobre las puntas de mis pies y le di un beso en los labios, simplemente porque lo deseaba, porque sabía que él también lo quería. Su respuesta fue un gruñido bajo, seguido de un suspiro profundo.

— ¿Cuándo es la pelea? —cuestioné.

Hyunjin suspiró, alejando sus manos de mí, a pesar de que yo ansiaba que siguiera tocándome.

— En unas horas.

Entonces pude entender lo que le pasaba. Conocía a Hyunjin, lo conocía mejor que nadie en este mundo.

— Estás preocupado —lo observé de la misma forma en que él me miraba—.Pensé que no te interesaba si te rompían la cara...

— Estoy preocupado por lo que podrías pensar de mí.

Lo observé, casi sin aliento — ¿De ti...? Dime lo que no me has dicho.

Sus manos se clavaron en mí con temor, con miedo — Una vez dijiste que nunca me odiarías, por más estúpido que sea. ¿Aún lo mantienes?

— Hyunjin, éramos niños en ese entonces...

Él pareció relajarse un poco, pero aún no soltaba mi cintura. Me jaló hacia él, recostándose contra el escritorio y dejando mi cuerpo sobre el suyo, a su disposición.

— ¿Aún lo mantienes, ricitos? —susurró de nuevo sobre mi oído. Mi piel se erizó. Lo vi a los ojos y mi corazón latió con fuerza.

— Lo mantengo.

Hyunjin tomó mi rostro entre sus manos. Su olor envolvente me cegó. Podía sentir su tristeza. Estaba a punto de hablar cuando la puerta se abrió.

— Lix, el desayuno está... —La señora Hwang entró en la habitación, y su mirada rápidamente viajó hasta Hyunjin, incrédula al ver la reveladora posición en la que nos encontrábamos: mi cuerpo sobre el suyo y sus manos en mis caderas, apretándolas con tanta fuerza que ya estaban rojas.

Mellizos Lee | hyunlix au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora