Lo mejor era cuando estaban los tres: eran fines de semana de descontrol extremo. En la semana era normal que me pegaran una cogida al pasar. Carlos, Alberto y Abel se turnaban para dormir conmigo. En la semana no me compartían. Era la novia de cada uno. A veces dormía en mi cuarto por las trasmisiones. Me gustaba ser la novia y la puta de los tres. Les cocinaba, les bailaba, les mandaba fotos, me mandaban foto-pijas casi todos los días. Me vestía a cada uno como más le gustaba. Alberto quería verme delicada, como nena adolescente. Con él usaba peluches, chupetines. Vestiditos cortos, suaves. Minifaldas, medias. Maquillaje suave. A él le gustaba vestirme, bañarme, desvestirme. Con Abel me vestía como una chica común, simple y delicada. Me maquillaba un poco más. Le gustaban mis enteritos y monos. Él me invitaba a cenar y a bares y me presentaba como su novia. Con Carlos me vestía como puta. Muy maquillada, lencería, ligas, falditas extracortas. Era bien brutal. A veces me terminaban agarrando los otros y me hacían una cogida rápida al verme así.
A todo esto mi contenido se vendía muy bien. Tenía ofrecimientos de todo tipo. Podía alquilarme fácilmente un lugar para mí. Me depilaba en forma profesional, tenía maquillajes y ropa interior carísima. Cuando les conté que me podía ir ninguno quiso. Me ofrecieron de todo. Alberto no tenía novia, Abel se había separado en el transcurso y el único que continuaba con una era Carlos, pero me cogía más a mí que a ella.
Me pidieron que me quede un tiempo más, que iban a hacer todo lo posible para convencerme de que sea su puta y su novia. De los tres. Me compraron más cosas, me mimaron y maltrataron todo lo posible. Esas últimas semanas me confesaron amor y yo a ellos. Y realmente los amaba. Amaba a Alberto, a Carlos y Abel. Comenzamos a planear unas vacaciones, los cuatro. Los fines de semana comenzaron a hacerse largos. Me rompían mucho la cola, me llenaban de leche en forma constante, lo hacían en forma de desafío. Yo también hacía todo lo posible para calentarlos. Les bailaba sensual, me ponía en poses porno desnuda o semidesnuda en el sillón, en la cocina, en mi cama. Andaba con plug de colitas peludas de animales, me ponía orejitas también. También me vestía de colegiala. O de esclava sexual. Me sacaban a pasear por la ciudad y se intercalaban para hacer de mi pareja. Me cogían en el auto en bosques y en terrazas. Me llevaban a comer a restaurantes con plugs que me hacían vibrar mientras nos atendían. Realmente la pasábamos bien. No habían celos y todo era muy divertido.
El último finde rompieron el record de acabadas en mí. En las últimas, domingo a la noche, estaba atada en la cama y se turnaron para cogerme. Estaba tan borracho que recuerdo poco, pero costó hacer que se les ponga dura las últimas veces. Siempre después de terminar me bañaban, me vestían y me daban de comer y me hidrataban. Terminaba rota. Igual, siempre me daban mucho amor. Me trataban, fuera de los juegos, con cariño (además de las nalgadas de pasada). Los domingos, después de que me lavaban pasaba a ser la novia de quien le tocaba. Caricias, besos, me sentaba en sus piernas o abrazaba. Abel era el más cariñoso y me gustaba empezar con él, ya que era reconfortante.
Cuando era la novia de uno, si otro me quería coger le tenía que pedir permiso. A veces, con las drogas y el alcohol, me quebraba y lloraba. A veces por las degeneraciones que me hacían. Cuando esto pasaba me trataban con respeto y cariño, me acariciaban. A veces, les pedía que me siguieran dando.
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my roommate
FantasyAlberto me terminó haciendo su novia en secreto. Era mi compañero de alquiler, pero una vez que se quedó soltero, terminó por elegirme como su perra sexual.