Después de eso, era cuestión de horas para transformarme en la puta de Alberto y los chicos. Alberto le dijo a los chicos que ese domingo a la noche los iba a esperar vestido de nena. Que quería sus felicitaciones, elogios, fotos, mordidas y besos. Los chicos obviamente dijeron que sí, que me iban a apoyar en todo. Que me veía divina en ropa de mujer.
A todo esto yo estaba con una peluca rubia, con una faldita azul tableada y con medias de tres cuartos blancas. Alberto estaba muy caliente, pero al verlo escribir supe que me estaba entregando.
-¿Querés que me posean otros? –Le dije.
-Sí mi amor –me respondió- sos demasiado hermosa.
-Pensé que era tu puta –le dije parando el culito.
-Lo sos –me dijo él acariciándome y abrazándome- y siempre lo vas a ser. Pero quiero que disfrutes de tu juventud.
Se me cayeron algunas lágrimas. Creí que Alberto era mi pareja, de alguna manera. Pero lo entendí. Era su puta. También podía serlo de los otros dos. Me besó y me dijo que había preparado una noche muy especial. Sacó droga, me besó y me obligó a tomar. Mi humor y mi energía cambiaron, comencé a bailar. Mi pija floja era una concha y mi cola era suave, redonda y dura.
Cuando llegaron los chicos yo ya estaba completamente en papel. Abel y Carlos me felicitaron, elogiaron y fotografiaron. Esa noche se hicieron una tremenda fiesta conmigo. No recuerdo mucho, excepto por las fotos que quedaron. Estaba demasiado borracha y drogada como para recordar. Chupé todos los penes, me metieron todas las pijas, mínimo dos veces acabó cada uno en mí. Hicimos un pacto, al otro día, de que iba a ser la puta secreta del grupo. Que ellos colaborarían en mi sitio sacándome fotos o cogiéndome y permitiendo que publique sus penes.
ESTÁS LEYENDO
my roommate
FantezieAlberto me terminó haciendo su novia en secreto. Era mi compañero de alquiler, pero una vez que se quedó soltero, terminó por elegirme como su perra sexual.