El Deber y El DESEO: "Un Triangulo en Rojo"

Parte 1

"Entre el Deber y el Deseo: Un Triángulo en Rojo" es una historia sobre el poder del amor, el sacrificio, y la búsqueda de la redención, incluso en los rincones más oscuros del corazón.

Comencemos con:

Steve Rogers: Steve Rogers, el hombre que una vez llevó el escudo como Capitán América, ha tratado de encontrar una vida tranquila después de devolver las Gemas del Infinito y colgar su traje. Ha elegido un pequeño pueblo costero como su refugio, un lugar donde los días transcurren al ritmo de las olas y el viento. Es un lugar alejado del bullicio y del reconocimiento público, donde Steve puede ser simplemente "Steve," y no "Capitán América."

Vive en una casa modesta cerca de la playa, decorada con simplicidad. Sus paredes están adornadas con recuerdos de tiempos más felices: fotos de su equipo, de sus amigos, y algunos cuadros que representan las batallas que moldearon su vida. En un rincón de su sala, guarda su escudo, cubierto y colgado, un símbolo de un pasado que aún respeta, pero que ya no lo define.

Steve pasa sus días manteniéndose ocupado con pequeñas tareas en la comunidad local. Ha aprendido a disfrutar de la jardinería, algo que nunca imaginó hacer antes. Cultiva un pequeño huerto detrás de su casa y a menudo regala parte de su cosecha a sus vecinos. También ha encontrado consuelo en la pintura, una habilidad que redescubrió después de años de lucha. Sus paisajes, muchos de ellos inspirados por las costas y montañas cercanas, reflejan la paz que tanto ansía. Sin embargo, hay un vacío que no puede llenar, el espacio dejado por aquellos a quienes ha perdido: Peggy, Natasha, y muchos más. A veces, al atardecer, Steve se sienta en la playa y contempla el horizonte, recordando los sacrificios y las batallas que lo llevaron hasta allí.

Bucky Barnes: Por otro lado, Bucky Barnes, también conocido como el Soldado del Invierno, ha elegido una vida de aislamiento en las montañas, lejos del ruido de la civilización. Vive en una cabaña rústica, rodeada de frondosos bosques, donde el silencio solo es roto por el viento entre los árboles o el crujir de la nieve bajo sus botas. Bucky ha optado por la soledad, no porque la prefiera, sino porque aún no ha encontrado una manera de reconciliarse completamente con su pasado.

La cabaña de Bucky es sencilla, casi espartana, con pocas comodidades modernas. Su único lujo es un pequeño tocadiscos y una colección de vinilos de las décadas pasadas, música que le recuerda los tiempos antes de que su vida se convirtiera en un torbellino de control mental y guerra. En las paredes cuelgan algunas armas, no por necesidad, sino como un recordatorio de que siempre debe estar preparado. Pero también hay pequeños indicios de esperanza: un viejo libro de historias que ha empezado a releer, un cuaderno donde, en noches solitarias, escribe sus pensamientos, tratando de entender quién es y quién quiere ser.

Bucky pasa sus días en tareas físicas que lo ayudan a canalizar la ira y la culpa que aún siente. Camina por las montañas, caza para subsistir, y mantiene su mente y cuerpo en forma con entrenamientos rigurosos. Pero al igual que Steve, Bucky también lucha contra el vacío dejado por las personas que ha perdido y las que ha herido. La redención sigue siendo una meta esquiva, y aunque Steve siempre ha estado dispuesto a ayudarlo, Bucky sabe que es un camino que debe recorrer solo.

La Conexión Inquebrantable: Aunque llevan vidas separadas, la amistad entre Steve y Bucky sigue siendo fuerte. Se comunican de vez en cuando, a veces en llamadas breves, otras en encuentros esporádicos. Hay una comprensión tácita entre ellos, una hermandad que no necesita palabras para expresarse. Ambos son conscientes de que sus vidas ya no son las mismas, pero también saben que siempre estarán ahí el uno para el otro, sin importar la distancia o las circunstancias.

Steve y Bucky viven en mundos distintos, pero ambos cargan con el peso de su pasado. Sus intentos de llevar una vida normal son una mezcla de éxito y fracaso, de momentos de paz y de angustia. Y aunque han intentado alejarse del caos, saben que el mundo, y quizás sus propios corazones, nunca los dejarán descansar del todo.