4° Extra | Celebraciones con dulzura y... ¿sorpresas?

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CHIARA ❁

Mi pequeña y hermosa Micaela... Ya ha pasado un mes desde que llegaste a alegrarnos los días.

Tus abuelos han hecho esta pequeña fiesta para celebrar tu cumplimes. Eres tan amada por todos.

Hoy no estamos en casa. Te hemos traído a la casa donde tu mamá y yo nos dimos nuestro primer beso, el lugar donde nos confesamos nuestro amor.

Estamos en el jardín donde durante muchos años lo más deslumbrante para mí siempre fue tu mami... Ahora tú eres lo más deslumbrante para nuestras vidas, así como tu hermano lo es.

Beso la frente de mi bebé, mientras reposo en la silla blanca adornada con flores artificiales. Ella no me quita su tierna mirada. Juega con su lengua con torpeza, mientras respira con calma en mis brazos.

Los cabellos rubios que salen de su pequeña gorra blanco se aclarecen aún más con los rayos del sol.

Levanto la mirada con una sonrisa, solo para observar, a unos cuantos metros, a Madi enseñándole a nuestro hijo a hacer algodones de azúcar.

─Haré todo lo posible para que la cultura de nuestro país siga siendo conocida y respetada por estas nuevas generaciones ─dijo Madison ─. Quiero que nuestros hijos crezcan en un mundo mejor.

Recuerdo esas palabras suyas. Me lo dijo hace siete años, cuando el dolor aún estaba instalado en nuestros corazones, pero la esperanza era mucho más fuerte.

Cuando me dijo aquello, sentí muchas mariposas revolotear con fuerza en mi estómago. Mi mosquetera quería forma una familia conmigo.

─Me parece perfecto, Madison ─le dije, mirándola a los ojos ─. Claro que sí quiero que nuestra familia crezca en un futuro.

Sonrío por ese lindo recuerdo, cuyas palabras ahora son una realidad.

Escucho la risa de Madison y la de Matteo, y eso me hace sonreír más. Micaela se mueve en mis brazos, y la miro.

─¿Quieres que mami y Matti vuelvan a nuestro lado? ─le digo, mientras acaricio su mejillita.

─Te ves llena de dicha ─me dice mi mamá, y la miro sonriente. Ella se acerca a mí, acompañada de su esposa.

─¿Puedo cargarla? ─me dice Chloe, y asiento con la cabeza.

Micaela pasa a sus brazos con mucho cuidado, y Chloe no demora en sacar un lado lleno de mimos que no conocía de ella.

Mi mamá se sienta a mi lado. Ella sustrae unos bocaditos de la mesa del banquete que tengo al lado, y suelto una pequeña risa cuando me ofrece un par. Se los acepto agradecida.

─Me alegra que hayas podido venir, Chloe ─le digo.

─Me perdí sus primeros días de nacida ─dice mirando a mi hija ─. No podría perderme su primer mes.

¡Eso es ser una buena abuela!

Cuando Micaela nació, solo mi mamá pudo venir. Aunque Chloe conoció a la bebé por videollamada, sé que la experiencia es mucho mejor ahora que la está cargando en sus brazos.

Mi mamá me abraza y me da un beso en la coronilla. Le devuelvo el gesto besando su mano y acurrucándome más a sus brazos.

─Lloré tanto al ver a mi bebé con su propia bebé ─dice mi mamá.

Suelto una risita, y la miro.

─Ya tengo 27 años, mamá ─le digo ─. ¿No estoy muy grande para que siga siendo tu bebé?

─Jamás ─dice mi mamá, y vuelve a besarme la coronilla.

Su abrazo es más fuerte de lo normal, tanto que me conmueve demasiado. Le correspondo el abrazo, y deseo con todas mis fuerzas que pueda vencer el cáncer.

Capítulos Extras | Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora