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Mientras recorría entre tropezones y pasos torpes el pasillo, era como si las luces sobre él fallaran una y otra vez y la forma del suelo se distorsionará sin parar.

Cómo estar atrapado y sentir que la única salida cada vez estaba más lejos.

Los pies le dolían, no sabía cuánto tiempo llevará en la misma situación, pero tampoco ayudaba el que el suelo y el exterior estuviera tan frío que quemara la piel de sus plantas.

El pecho le dolía por la constante búsqueda de aire y los ojos no paraban de arderle. Vagamente, Max podía sentir la sensación de calientes gotas resbalando por sus mejillas y mezclándose con el sudor, pero no encontraba la mente para limpiarlos o para preocuparse por ello.

Solo quería respirar, solo quería salir.

No podía respirar, sentía que clavos atravesaban sus pulmones cada que lo intentaba.

Y cuando finalmente vislumbró el balcón al final del pasillo, sus pies fallaron todavía más e intento arrastrarse hasta el exterior con ayuda de sus manos y rodillas, sosteniéndose de la pared cada que sentía que simplemente no iba a llegar muy lejos.

Aún se estaba recuperando del accidente, los huesos y músculos doliendole como el carajo.

Pero las imágenes de él atrapado en el auto mientras esté estaba en medio de una bola de fuego y los paramédicos no podían sacarlo de ahí era cada vez más sofocante. Aún podía sentir el peso de la máquina aplastandolo, negandole la posibilidad de salir mientras le impedía respirar correctamente. Incluso podía jurar que el aire que ahora respiraba era el humo que había inhalado ese día en medio del fuego.

Max siempre le había tenido miedo a la oscuridad, no algo en extremo, pero ese día definitivamente la había pasado terrible al haber estado atrapado por tanto tiempo absolutamente oscuro.

Aún podía sentir todo tan vivido que Max deseaba no haber recordado nada.

Hasta entonces, había estado completamente normal, solo encerrado en sus recuerdos viejos.

Pero esa noche había comenzado todo, había aparecido por primera vez el recuerdo de él y su accidente y luego una corta serie de momentos similares en el pasado.

Imágenes de diferentes personas, de diferentes eventos, efímeras como una ventisca otoñal y pasajeros.

Pero el del accidente en particular había sido tan largo y detallado que por un momento Max creyó que de nuevo estaba sucediendo. Cuando se desperté en medio de la noche sudando y jadeando, descubrió que no podía respirar correctamente y que el pecho le dolía terriblemente.

Su mente no pensaba en nada más que en salir de ahí y respirar bien, así que lo hizo.

Ahora, parecía como si el balcón se alejara cada vez más con cada segundo que pasaba.

De repente, una familiar voz lo hizo brincar sobre su lugar.

—¿Max?

El terror se cernía sobre él como una sombra en ese momento, pero incluso esa sombra, cuando escucho esa voz, pareció hacerse menos oscura y se desvaneció un poco.

Tembloroso como nada, Max giro como pudo el mentón y se encontró con la figura de su compañero a un par de metros sobre el pasillo que antes la había parecido tan oscuro.

Sergio le devolvía la mirada con los ojos estrechos, intentando ver más allá de la distancia, hasta que lo observo completamente y sus ojos se abrieron de par en par.

Max se dejó caer, de algún modo derrotado y a la expectativa. A través de sus ojos empañados, siguió mirándolo aún luchando por respirar.

—Sergio...

Memorias (Cherlos) (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora