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Era increíble, simplemente genial.

Checo no solo era su compañero, al parecer tenían una excelente relación.

O eso fue lo que entendió luego de que Alice (como ella se había presentado) le haya dicho que el mexicano presento un papel muy importante en su primer campeonato.

Con mejores ánimos, Max regreso a su habitación prometiendole a la castaña comportarse y evitarle problemas con Horner, aunque en el fondo no quería más que ir hacía la habitación de Sergio y pedirle que le cuente todo de su propia boca.

Abrió su maleta solo para encontrarse lo mejor que le pudo pasar.

Ligeramente doblada, pero bastante cuidada, entre sus camisas de la escudería, había una bonita foto dándole un indicio de lo perfecta que era su vida.

Enmedio de tumulto de personas que no parecían más que simples extras, él y Sergio se encontraban fundidos en un profundo abrazo que hizo que su corazón se acelera con añoranza.

Si esa no era la manera de abrazarse entre dos increíbles amigos, entonces no sabía cómo era.

Apretó la foto entre su pecho solo para llevarla a su boca en repetidas ocasiones y dejarle sonoros besos.

Sergio Pérez.

El Sergio Pérez del que busco pese a no tener mucha información. El Sergio Pérez al que siguió cuando llegó a la fórmula uno. El Sergio Pérez al que buscaba como un cachorro cuando finalmente pudo debutar.

Había soñado tantas veces, como un niño enamorado, con algún día acercarse de esa forma, y esa fotografía retractaba exactamente lo que él hubiera hecho si tuviera la oportunidad.

No recordaba nada, aunque deseaba hacerlo, pero el solo saber que finalmente eran tan cercanos como el algún día quiso le bastaba.

No solo había logrado su meta de ser campeón del mundo, también tenía la mejor compañía que alguna vez pudo pedir.

Como si el destino finalmente hubiera decidido ponerse de su lado y compensarle por su horrible niñez, dándole todo lo que una vez deseo.

Con un sonoro suspiro, Verstappen se dejó caer de espaldas a la cama con la fotografía aún aferrada a su pecho mientras cerraba los ojos totalmente tranquilo.

Satisfecho y sintiendo que todo estaba en dónde tenía que estar.

No recordaba nada, si, y el mundo allá afuera podía estar en llamas, pero para todo él era perfecto.

Solo dios y él mismo sabían de las noches que pasó en vela, sintiéndose frustrado, confundido, molesto y dolido por no saber que estaba pasando con él.

Cuando llegó, el mundo entero estaba en su contra, como si odiaran el hecho de que estuviera ahí esforzándose por demostrar que pese a su edad era bueno, aún así, nadie le dió la oportunidad de darles razones para ser juzgado de manera justa y prefirieron dejarse llevar por su envidia.

Max aún recuerdo lo terrible y aislado que se sentía en sus primeros días en la fórmula uno, como un niño asustado y perdido.

No estaba muy lejos, después de todo.

Aún era un niño en un mundo de hombres en el que tenía que comportarse como uno, pero ver qué todos lo hacían hacer más de lo que debía era horrible.b

Y en medio de todo ese caos lleno de desprecio y aislamiento, Sergio fue el único que le tendió una mano y su amistad consigo.

Al principio había comenzado como gratitud, buscando estar cada vez más cerca de la única persona que había sido buena con él. Se aferraba tanto que con el paso del tiempo esa gratitud se convirtió en necesidad.

Memorias (Cherlos) (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora