¡Empuja, mamá!

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[Nivalis Silverfrost]

Conforme se alejaba otra semana aparentemente interminable, el implacable abrazo del invierno estrechaba sus garras sobre Nivalis, mientras el aire se volvía más frío, haciendo que todo le resultara aún más difícil. Su cuerpo, antes ágil, empezó a adoptar una forma redondeada y abultada; su vientre, ahora aún más prominente, la hacía más lenta y débil que nunca. Le costaba realizar tareas sencillas, como levantar objetos, e incluso caminar se le dificultaba. Cada paso la dejaba sin aliento y el mareo a menudo nublaba sus pensamientos.

Aun así, no dejó que nada de esto le impidiera planear su huida. Durante toda la semana, pensó en cómo podrían escapar de este lugar. Consideró cada pequeño detalle: cómo, cuándo y, lo más importante, adónde irían.

Éste no era su primer intento de liberarse de este lugar. Nivalis hizo todo lo posible por escapar, pero él era demasiado astuto, demasiado listo, y el hecho de que la aldea fuera pequeña y estuviera aislada hacía que cualquier plan fuera inútil. Él sabía cómo detectar cada uno de sus movimientos, y siempre parecía estar un paso por delante de ella. Incluso cuando ella huía sin planes ni preparativos, él la rastreaba como si fuera un conejo indefenso más en el bosque.

En su primer año aquí, antes de quedarse embarazada de Silvia, luchó ferozmente contra él. Utilizó todas sus fuerzas y probó todos los métodos posibles. Desde atentar contra Haldor mientras dormía hasta planes con veneno e incluso la introducción de cristal en sus comidas, nada sirvió. La fuerza de Haldor y su naturaleza astuta actuaron como un escudo impenetrable contra sus esfuerzos. Sus acciones sólo le trajeron consecuencias nefastas, que la llevaron a concebir a Silvia.

Estaba atascada, encerrada como un pájaro en una jaula.

Con el nacimiento de su hija Silvia, Nivalis se enfrentó a un reto aún mayor. Sabía que ese hombre implacable no sólo la perseguía a ella, sino que también pretendía moldear a su inocente hija para convertirla en un reflejo de sí mismo. Proteger a Silvia de su influencia se convirtió en su máxima prioridad, y no fue tarea fácil.

Pero ahora, un destello de esperanza afloraba en sus ojos. Tenía un plan. Un plan realmente bueno.

Y esta vez, no dejaría que Haldor la detuviera.

Nivalis había decidido que el momento óptimo para escapar sería justo después del nacimiento del bebé. Él sería ajeno a sus intenciones. Pensaría que ella estaría demasiado débil para resistirse, así que no se lo esperaría. Ella recordó cómo, cuando nació Silvia, Haldor se había entregado al alcohol hasta tal punto que durmió y roncó durante tres días seguidos.

Ella aprovechará esta oportunidad para escapar con Silvia y su bebé.

Nivalis sabía que tal huida sería muy, muy complicada, pero estaba dispuesta a correr el riesgo. Cualquier cosa es mejor que quedarse con esa horrible persona.

Se encontraba en la cocina, inmersa en su trabajo, cuando sus pensamientos se vieron interrumpidos por una patadita familiar en el vientre. Era como si su hijo por nacer le dijera que no se rindiera, que siguiera adelante.

Sonrió y acarició suavemente su redondeado vientre. — "Está bien, mi amor. Mami está aquí, y pronto saldremos de aquí. Te lo prometo," susurró, con la voz entrecortada por la emoción. Tras esto, empezó a prepararse para el viaje que tenía por delante.

Durante toda la semana siguiente, Nivalis tuvo que tener mucho cuidado de no hacer sospechar a Haldor, la persona que la retenía aquí. Él tenía un temperamento que podía ir de mal a peor en un instante. Era arriesgado incluso pensar en escapar, pero Nivalis no podía soportar la idea de quedarse aquí más tiempo.

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⏰ Última actualización: Sep 02 ⏰

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