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—CORI.— Su voz hizo eco y ella saltó, un gemido escapó de sus labios, pero incluso cuando se dio la vuelta no pudo encontrarlo en la oscuridad. Sabía que él estaba allí, podía sentir sus ojos sobre ella, como un depredador observando a su presa.
—¿Por qué?— gritó, su voz temblorosa mientras se frotaba los brazos tratando de que la piel de gallina que se le subía a la piel desapareciera, pero fue inútil.
Se giró de nuevo, encontrándose cara a cara con el vampiro rubio. —Buu...— murmuró él y ella saltó hacia atrás, un jadeo escapó de sus labios cuando sus ojos rojos la golpearon hasta el alma. —Cori.— Su voz se suavizó de repente, su mano se movió para descansar sobre su hombro y ella se apartó de él. —Cori, vamos. Despierta. Es solo un sueño.
La chica se sentó, sus ojos llorosos miraron a su alrededor mientras su manta caía de su torso a su regazo. Saltó un poco hacia atrás cuando vio a Paul sentado en el borde de su cama, pero se relajó y se inclinó hacia adelante, su frente sobre su hombro.
—¿Mal sueño?— preguntó, su voz tranquila mientras le frotaba la espalda y ella envolvió sus brazos alrededor de su bíceps.
—Sí.— Susurró, con la garganta dolorida. —Sigo viéndolo, ese vampiro. Cada vez que cierro los ojos.— Más lágrimas brotaron de sus ojos, pero nunca se apartó del chico que estaba sentado allí.
—Él no puede hacerte daño.— Le dijo, alisando su cabello con su mano. —Y, si puedo evitarlo, ningún vampiro volverá a hacerte daño.— Ella asintió con la cabeza contra él, respirando profundamente mientras se sentaba. —Munchkin.— Él suspiró y movió la mano hacia su mejilla para secarle las lágrimas.
—Gracias...— murmuró ella, moviendo las manos por su brazo hasta encontrar su mano libre. —...Por quedarte. Sé que el suelo no es cómodo, pero yo...
—No quisiera estar en ningún otro lugar.— Se inclinó hacia delante y la besó en la frente. —Acuéstate y duerme un poco.— Le dio una suave sonrisa y ella asintió mientras se movía en la cama antes de acostarse, con su mano todavía envuelta alrededor de la de él. Luego se giró y miró a Rachel, que de alguna manera había logrado dormir a pesar de todos sus movimientos y su llanto.
