La Princesa Deianeira Targaryen había trabajado para que su matrimonio con Cregan Stark fuera de ayuda para el reclamo al trono de su hermano Aegon Targaryen.
Jamás esperó verse traicionada con este teniendo un bastardo con Lucenys Velaryon y con e...
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001. the senator of naboo
Come on, is this what you want? 'Cause you're driving me away Oh, the queen of peace Always does her best to please Is it any use? Somebody's gotta lose
Se miraron uno a los otros por unos segundos con sospecha antes de dirigirse con algo de lentitud a los asientos, como si aún creyeran que estaban en un sueño y no en un lugar extraño secuestrados por una entidad que se hacía llamar así mismo un dios de la Antigua Valyria, una de las Catorce Llamas.
Cómo era de esperarse, Alicent tomó a sus tres hijos y los sentó junto a ella en el asiento más grande, añorando tener al pequeño Rickon en sus brazos. Aún cuando Balerion le había dicho que el bebé no podía estar presente pero que estaría seguro, ella todavía quería a su familia cerca.
A su mano derecha se encontraba el rey en un asiento solo. Al lado de este se encontraban Rhaenyra y Daemon en su propio asiento. Jacaerys se sentó al asiento al lado de estos junto a su hermana Lucenys, pues Cregan decidió sentarse solo aún cuando Lucenys trató de sentarse con el.
Una vez sentados, fue entonces cuando el extraño gran cuadrado blanco en la pared se encendió, mostrando ante ellos la belleza de una encantadora ciudad.
Se muestra una hermosa ciudad bajo cielos azules y autos voladores.
—Es hermosa. —susurra Helaena ante la belleza de aquella ciudad.
Muchos observaron algo embobados aquella ciudad, bastante diferente a lo que estaban acostumbrados a ver en los Siete Reinos, pero mucho más hermosa y saludable. Se podía ver que aquel lugar gozaba de riquezas y hermosos paisajes que cualquiera quisiera gobernar.
—¿Ignoraremos el hecho de que hay cosas volando? —susurró Jacaerys.
Luego se muestra la pequeña figura de una mujer en rojo.
—Estoy seguro que esa debe ser Deianeira aún cuando su pelo es oscuro. —la melancólica voz de Aegon se escuchó en la sala.
Helaena apretó la mano de Aegon, consciente de que el príncipe se sentía culpable del destino que cayó sobre su hermana menor. Aegon jamás volvió a ser el mismo, tan lleno de venganza y tristeza. Helaena esperaba que este jamás se convirtiera en la Segunda Venida de Maegor el Cruel.
Por otro lado, nadie estaba sorprendido que el príncipe pensara que aquella mujer fuera Deianeira, pues el dios afirmó que estarían viéndola a ella.
La imagen pasa al rostro blanco de una mujer con labios rojos y su cabello castaño en un peinado circular de un hombro al otro con una especie de corona roja y dorada.
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