The art of tricking Hogwarts.

4.

El caos se desató de manera inmediata, luego de que Voldermort marchara hacía el colegio, cargando con el cuerpo sin vida de Harry Potter.

Con una expresión arrogante sobre su obvia victoria, extendió una invitación a aquellos que estuvieran dispuestos a unirse a su filas. Prometió fama y poder, como las cosas más valiosas que pudiera otorgar, mirandoles sin verdadera expectativa. Nadie se movió de su sitio, vacilando sobre el tacto de sus varitas, inseguros sobre lo que les deparaba el futuro a partir de ese momento.

Si Harry Potter estaba muerto ¿Realmente podrían establecer un ataque? ¿No era aquel, el unico capaz de salvarles?

El hombre, orgulloso de su hazaña, anunció la caída de un gobierno y el inicio de su reinado. Muchos sintieron escalofríos ante la idea, pero nadie se atrevió a decir algo al respecto, a excepción de sus lacayos vitoreando detrás suyo.

-¡Vengan, únanse a mi y el poder será suyo! - ofreció con una expresión ambiciosa, centrando su atención en los adolescentes vestidos en ropajes verdes.

Narcisa Malfoy se adelantó entre la multitud de mortifagos con una mirada ansiosa sobre su hijo.

-Ven aquí, Draco- demandó con un tono casi desesperado -ven justo ahora, la guerra terminó. Ganamos.

Draco Malfoy avanzó hacia adelante, no sin antes mirar a su alrededor, encontrándose con la mirada de Pansy Parkinson fija sobre el, desde uno de los extremos.

"Hazlo"

La expresión en el rostro de la chica se volvió una mezcla entre expectativa y desesperación ante cada uno de sus movimientos. Como si realmente estuviera esperando que diera el primer paso, logró reconocer el cambio en su mirada a un brillo de satisfacción total. El chico no se atrevió a mostrar alguna reacción, manteniendo una expresión neutra cuando devolvió la mirada a los individuos del bando contrario. El bando en el que muchos esperaban que estaría.

Sobre las expectativas ajenas, dió el primer paso, viendo la expresión orgullosa en el rostro de su madre cuando dió los siguientes, hasta llegar al centro del campo de batalla. Las ruinas de su antigua escuela. Nuevamente, miró a su alrededor para reconocer el lugar que lo vio crecer la mitad de los años de su edad actual, ahora, destruído hasta los cimientos, cuyo comedor se había tranformado en el cementerio para muchos de los alumnos con los que alguna vez compartió clases.

¿No debía sentirse triste al respecto? Pensó, más bien, decepcionado.

Se dió cuenta rápidamente acerca de que Pansy Parkinson ya no estaba en su sitio. La chica lo había utilizado como señuelo para deslizarse entre la multitud hasta el interior del castillo sin ser notada. Sintió que podía leer sus pensamientos y sabía acerca de sus intenciones.

Pansy era una orgullosa Slytherin, firme ante sus ambiciones, fiel ante los suyos. Excepto que aquellos mortífagos no eran los suyos y jamás permitiría que pusieran un dedo sobre su familia.

Por supuesto, después de pasar muchos veranos en la mansión de los "Parkinson" con su mejor amigo, Draco Malfoy, definitivamente era uno de los suyos.

La mirada del chico se centró en el hombre de apariencia grotesca y mirada enloquecida. Dicha mirada llena de ambición fue sofocada por la confusión. Draco no se movió de su lugar ni un centímetro más, buscando la mirada de su madre para pedirle disculpas, incluso si ella no entendía lo que quería decir con su silencio.

-¿Qué pasa, Draco?- cuestionó el hombre, instandolo a avanzar -¡Tus padres te están esperando!

-Yo también- respondió el chico observando con cautela al resto de mortifagos qué se aglomeran detrás del oscuro individuo -tambien estoy esperando.